domingo, 28 de abril de 2013

Seguridad en uno mismo y autoconfianza.


En mi opinión un ludópata es una persona altamente insegura y sin ninguna confianza en si misma. Sí, es posible que en ciertas áreas de su vida tenga éxito e incluso pueda ser valorado positivamente por los demás, pero con una carencia de personalidad en su interior que en parte es lo que hace que ésta persona sea fácil presa de algún tipo de adicción, bien porque no sepa decir no a los demás y se deje arrastrar más allá de lo deseado por si misma, o que por el simple hecho de querer evadirse de sus propios miedos, pruebe nuevas formas de obtener emociones fuertes, formas estas en las que una vez perdido el control convirtiéndose de está forma en adicción o adicciones, la lleven a los limites a los que suele llegar cualquier tipo de adicto: descontrol total, perdida de salud en aumento tanto física como psíquica, automarginamiento, exclusión social, abandono y destrucción total de la personalidad y de la propia persona física, llegando en algunos casos hasta el suicidio.

Cuando una persona tras enfermar de ludopatía y pasar un periodo más o menos largo,  de su vida sintiendo y padeciendo casi todos o alguno de estos síntomas, (exceptuando lógicamente el suicidio) intenta por si misma o influenciada por otros, dejar ese tipo de vida atrás empezando una rehabilitación, como es lógico carece de seguridad en si misma y autoconfianza.
Después de escuchar muchas y variadas opiniones al respecto, en las cuales se suele decir que con tiempo se consigue llegar a tener confianza y seguridad en uno mismo, personalmente no estoy de acuerdo con ello, pienso que el tiempo es algo muy relativo y que no es base suficiente para conseguir esos objetivos.
De ser de esta manera quien empezara un tratamiento hace mucho tiempo, a día de hoy estaría totalmente rehabilitado y restablecido. Eso no es así ni mucho menos, llegando a escuchar a compañeros que empezaron su tratamiento hace más de veinte años (creo que eso puede considerarse mucho tiempo) que de unos meses a está parte notan una ligera mejoría y algo de felicidad en sus vidas, (justo desde que trabajan en hacer las cosas bien) y otros que siguen sin hacerlas, ni tan siquiera eso.
Demostrando de esa forma que el tiempo no da la seguridad ni la autoconfianza, y mucho menos por parte de los demás.

Lo que sí da seguridad en uno mismo y autoconfianza, es la constancia en el trabajo bien hecho hasta conseguir la rehabilitación y el de más tarde para mantenerla, sin importar el tiempo que sea necesario para lograrlo, por eso podemos ver casos tan dispares en tiempo, como el de quien tras trabajar duramente en su rehabilitación durante dos años es capaz de tomar las riendas de su vida y otros casos en los que a pesar de transcurridos ocho, diez o más años en un ahora si y ahora no, esto si, esto no, siguen igual o peor de inseguros y con menos confianza en si mismos, pues ven con temor que no son capaces de mantener un ritmo constante en su rehabilitación lo que provoca constantes recaídas y por lo tanto continuos hundimientos de fe en si mismos.

No pretendamos sin un buen trabajo por nuestra parte, pasar de un plumazo de una imagen a la otra, eso es algo imposible de conseguir. De pretender algo así no conseguiriamos más que una falsa sensación de autoconfianza que más pronto que tarde nos llevaria a una nueva decepción en nosotros mismos.
Ni que decir tiene en lo que a vista de los demás producen estos tipos de conducta... ¿Cómo se puede generar confianza en alguien que continuamente da uno o varios pasos hacia atrás? Bajo mi punto de vista y experiencia al menos, eso es algo complicado y cuando escucho comentarios del tipo “después de un tiempo el familiar debe dar confianza al enfermo para que tome el control de su vida” yo me pregunto, después de varios fracasos, tras un tiempo cada vez mayor de uno a otro ¿De cuanto tiempo estamos hablando…, cinco años, diez…, tal vez toda la vida? El familiar no debe dar confianza al enfermo porque si o porque ya haya pasado X tiempo, el enfermo con su trabajo deberá ganársela paso a paso, al igual que con su actitud y actos anteriores la fue perdiendo.

Dejémonos de tanto pensar en el tiempo y centrémonos en el trabajo bien hecho por ambas partes, tanto enfermos como familiares. Todos deberíamos seguir el dicho aquél de “hechos son amores y no buenas intenciones”
Hasta pronto.

jueves, 25 de abril de 2013

Ya estamos en una asociación........... ¿Y ahora qué?


Al empezar en una asociación o grupo, como es lógico se desconocen sus normas, cómo funciona en la practica y sobre todo se tiene una sensación de rareza y de “veremos a ver que tal”.
En un primer contacto con la asociación, algunos de sus miembros con cierto tiempo y experiencia nos hacen  “la acogida” que no es otra cosa que escuchar los problemas que tiene la persona o personas que acuden solicitando información, tratando de aclarar a grosso modo que es la ludopatía y como funciona la asociación, si se deciden a integrarse en el grupo se rellena una pequeña ficha con sus datos y en la próxima reunión del grupo o terapia ya puede o pueden participar como cualquier otro miembro más, en los primeros días de pertenencia tienen una reunión con el psicólogo para evaluar su caso de manera individual , ver si se tiene que tomar alguna medida en particular, y desarrollar los primeros acuerdos para la correcta convivencia entre enfermo y su entorno.

Desde la primera terapia oyes decir a los demás y sobre todo a quienes las están moderando, que preguntes todo lo que quieras saber al respecto, todo lo que te preocupe, inquiete, intrigue… todo, no te vallas a casa con la duda porque eso será algo que no deje que te tranquilices y puedas hacer las cosas bien, (pensando debería haber dicho esto o lo otro, o preguntado esto o eso otro, que me está rondando la mente) pero el temor a hablar en publico, a contar nuestras intimidades a gente totalmente desconocida, a que pensarán de mí si cuento algo tan terrible como lo que me sucede o lo que e hecho, el ser incapaces en definitiva a abrirnos de forma totalmente integra y sincera, impide en muchas ocasiones que aprovechemos completamente las reuniones desde el principio de nuestra asistencia a ellas, por eso cuando gente recién llegada se limita a escuchar sin intervenir y que cuando se les pregunta directamente se limitan a simples palabras como si, no, bien…, o “prefiero escuchar a los demás para aprender antes de hablar de mi mismo”, cometen un error mayúsculo, pues quien sabe si lo que a ti te preocupa en ese preciso momento se tratará en breve o tendrás que esperar varias sesiones para ello, además con el siguiente añadido, la enfermedad es la misma para todos pero las características y situación de cada uno son distintas, por lo que en algunas ocasiones si tan solo nos limitamos a recoger lo que se dice a otros, es posible que a nosotros no solo no nos funcione, sino que nos sea contraproducente y entonces cometamos el error de pensar que a nosotros la asociación no nos sirve de nada, cuando la realidad es que no la hemos pedido que nos sirva.
Dándose el caso en algunas ocasiones, de que tras varios días de observar el moderador de terapia que alguien no participa de forma activa, al pregúntale más profunda o insistentemente, cuando de primeras a dicho que está todo correcto, salen a la luz verdaderas tragedias tanto personales como familiares. Más tarde o en casa, uno se da cuenta de que después de haberlo hablado se está más tranquilo, o al menos mejor informado de los distintos pasos a seguir para poder solucionarlo, pensado en el porqué no lo habremos consultado o dicho antes, resulta que lo que nos parecía un “mundo” tenia una fácil solución, o se nos previene de algo en lo que hasta ese momento no habíamos pensado, dejando hasta entonces una puerta peligrosa sin cerrar.

Debemos tomar consciencia lo antes posible, tanto enfermos como familiares, que la asociación es una herramienta magnifica siempre a nuestra disposición, para ayudarnos tanto en la rehabilitación de la enfermedad propiamente dicha, como en la rehabilitación familiar que suele llegar a ella totalmente destrozada, pero que al igual que cualquier otro tipo de herramienta es totalmente inútil si nosotros mismos, no hacemos un uso apropiado de ella.
Hasta pronto.

domingo, 21 de abril de 2013

Testimonios de antiguos compañeros.


Me gusta cuando compañeros que han pasado antes por la asociación y que después de un tiempo sin estar en ella, se acercan hasta nosotros un día para contarnos sus experiencias desde que nos dejaron, sus testimonios siempre son positivos para los que les escuchamos atentamente, tanto si continúan con una buena rehabilitación, o por el contrario las cosas no fueron bien para ellos y volvieron al juego.
De cualquiera de las dos experiencias todos los reunidos podemos aprender. Los más nuevos o recién llegados se dan cuenta de lo importante de seguir las normas para una buena rehabilitación, y los que llevan más tiempo, toman nota de lo que ocurre cuando nos precipitamos al creer que todo está resuelto y controlado.
Cuando el compañero al exponer sus vivencias dice que después de varios años de permanencia en el grupo siguiendo las normas y haciendo las cosas bien, tomó la decisión de dejar la asociación, pero que continua con los buenos hábitos aprendidos en su estancia en el grupo y que ahora se encuentra feliz y vive una vida plena y satisfactoria, los nuevos compañeros se sienten aliviados al ver que la rehabilitación es posible y que aunque algunos otros estén en la asociación durante diez o más años, tan solo es porque en ella se encuentran a gusto y pretenden ayudar con su experiencia a otros al igual que en su día hicieron con ellos.
Por el contrario cuando lo que relatan es que después de un tiempo de estar apartados fueron perdiendo poco a poco la constancia en el cumplimiento de esos hábitos terminando en una nueva etapa de juego, los más nuevos se dan cuenta de que cuando se repite tantas y tantas veces cuidado, con relajarse con las normas y pretender que en poco tiempo se está recuperado, por que eso tan solo es una fantasía, no se trata de meter un miedo injustificado, En ese momento se dan cuenta de que el peligro es real.
Hasta pronto.

jueves, 11 de abril de 2013

Cambiar soberbia por humildad.


Uno de los mecanismos de autoprotección que suelen crear o reforzar los ludópatas, es la soberbia.
Para evitar preguntas no deseadas, escapar de situaciones en las que se sienten acorralados, salirse siempre con la suya…. Y así en una larga lista de situaciones.
Es como si pensaran que alzar la voz, lanzar un exabrupto, reaccionar con malos modos o acometer desproporcionadamente ante quien tan solo está pidiendo explicaciones a cierto tipo de conducta tal vez inadecuada, sirviera para algo más que en la mayor parte de los casos iniciar una fuerte discusión, en la que también y haciendo gala de la misma soberbia si se ven vencidos optan por la huida y el portazo.
Lo cierto es que como en ocasiones da el resultado buscado, no solo no se detiene está actitud, sino que se mantiene y se incrementa por momentos.
No está demás decir, que también por parte de los familiares en ciertas ocasiones pecamos de lo mismo, creyéndonos poseedores de la razón y verdad absoluta y por lo tanto negándonos a admitir cualquier tipo de objeción, pretendiendo estar siempre por encima, en vez de a la par, los unos cumpliendo con sus obligaciones y los otros con las suyas, sin tener por ello que someter a nadie.
Por eso suelen dar tan buenos resultados las reuniones o terapias conjuntas en las asociaciones. Al ser un lugar neutral donde no son permitidas las salidas de tono y los malos modos o formas, donde se habla con respeto hacia los demás y donde se puede recibir rápidamente distintas opiniones al respecto del tema que se esté tratando en ese momento, se convierte en el sitio idóneo para aprender a controlar nuestra propia soberbia, porque al no poder cortar instantáneamente a quien nos está diciendo algo con lo que no estamos de acuerdo, o que no nos guste oír por muy verdad que sea, estamos obteniendo un tiempo, tal vez pequeño sí, pero un tiempo suficiente para evitar saltar mecánicamente como un resorte y poder pensar la respuesta, pudiendo contestar de una manera racional, tengamos la razón o sin ella. Posiblemente con nuestra respuesta se abra un debate, pero nunca una discusión o riña, de forma que hasta es posible que cambiemos de idea al dejar que la otra parte termine de exponer sus argumentos, algo que difícilmente sucedería en otro lugar pues antes de dejar explicar sus razones a nuestro oponente le habríamos cortado de malos modos, o dejándole con la palabra en la boca huiríamos con el típico portazo.
Ciertamente todos y cada uno de nosotros tenemos un tipo de carácter propio y a la vez distinto al de los demás, pero esté puede y en muchas ocasiones debe, ser educado por nosotros mismos para no cometer el error de pretender justificarnos con él para cometer abusos, contra los demás. El tener un carácter fuerte por ejemplo, no debe ser patente de corso, para ir por la vida arroyando a quien se cruce en nuestro camino.
Por lo general la humildad abre más puertas que la soberbia, sobre todo si estamos pisando un suelo tan poco firme, como por el que se suele andar cuando nos movemos en el mundo de la ludopatía.
Hasta pronto.

domingo, 7 de abril de 2013

Juegos sustitutorios.


Tema tratado el 15/11/12.

Juego sustitutorio puede ser cualquier tipo de juego, sea del tipo que sea al que el ludópata se aferra para canalizar sus ansias por el placer de jugar y ganar de forma repetitiva e insistente.
Pongamos el ejemplo siguiente:

  • Un/a ludópata juega un día cualquiera una partida de parchís con su niño de 5 años, pasando un rato de ocio agradable ¿Qué hay de malo en ello? Nada.

  • Un/a ludópata juega un día cualquiera una partida de parchís con su niño de 5 años, y siente que tiene que ganar por encima de todo. Mejor dejarlo con cualquier excusa y no repetir la experiencia, seguramente no dejaría disfrutar al niño y además él o ella se pondría nervioso/a.

  • Un/a ludópata juega varios días seguidos una partida de parchís con su niño de 5 años, sintiendo que está esperando con ansia el día siguiente que se repita ese momento, siendo él o ella quien propone ese juego y no otro sin importarle/a si el niño disfruta o no. Mejor cambiar de actividad y ocupar ese momento de ocio con el niño cada día de modo diferente, haciendo manualidades, lectura de cuentos, ver dibujos o cualquier otra actividad que realmente llene a ambos.

Lo que trato de destacar con el ejemplo anterior, es que no importa el tipo de juego o la actividad que escojamos para ocupar el tiempo que antes se le dedicaba al juego, por muy inocente que pueda ser, lo realmente importante es la mentalidad con que se lleve a cabo.

Tan perjudicial puede ser para un/a ludópata en abstinencia o rehabilitación el parchís en los dos últimos ejemplos, como dedicarse a observar cómo juegan los demás, en ambas situaciones su ludopatía recreara las mismas emociones que sentía cuando estaba practicando su juego favorito, recordándoselo y posibilitando con ello una recaída no deseada.


En esta imagen los seis están jugando, cuatro activamente y los dos que observan la partida mentalmente. Pero las emociones de cada envite las viven por igual.
De ser ludópata alguno de los que observan la partida de cartas, para él, el resultado seria el mismo que el producido de estar jugando de forma activa: excitación, nerviosismo y subida de adrenalina.
Hasta pronto.

viernes, 5 de abril de 2013

Valoración del dinero.


Un rasgo en común de muchos ludópatas, es la poca valoración que siempre han tenido del dinero incluso antes de empezar a jugar, moviéndose por impulsos. ¿Qué veían algo les gustaba? Pues si tenían dinero rápidamente lo compraban, sin pararse a pensar si realmente les podría ser útil o no, o si se lo podían permitir, sencillamente no se paraban a ver si lo necesitaban.
Curiosamente y a pesar de la poca valoración dada al dinero, sentían la necesidad de llevar encima la mayor cantidad posible, hasta el punto de no saber salir a la calle sin el dinero suficiente para poder hacer frente a cualquier imprevisto, porqué claro si se encontraban con alguien ¿Cómo no iban a invitarle a algo? Eso era algo impensable, de hecho siempre eran los primeros en pagar, dar una propina, o hacer un obsequio.
Al empezar a tontear con el juego la cosa estaba clara, cuanto más dinero más tiempo de diversión y más posibilidades de conseguir un premio. Al ir aumentando las perdidas mayor necesidad de dinero para intentar recuperar lo perdido, pero no por el dinero en si mismo ya que a menudo al conseguir el premio, este volvía a desaparecer en ese mismo sitio o en otro parecido y no muy lejano.
En ese tiempo y ya enganchados al juego sin poder evitar la adición, escatimaban gastos en otras cosas incluso aunque fuesen necesarias, como en alimentación, ropa y aseo, y suprimían todos los caprichos o hobbys cómo vacaciones, viajes o deportes, si ello implicaba gasto. Todo su dinero era destinado al juego, cuando ese dinero era escaso o sencillamente no disponían de él, hacían TODO lo que fuese necesario para conseguirlo, sin importar las consecuencias.
Una vez tomada la decisión de dejar el juego, verse en la necesidad de salir a la calle con el dinero justo y tener que justificar hasta el último céntimo de esa pequeña cantidad, es algo que les cuesta mucho aceptar, no parando de poner pegas a tal medida con las consabidas frases “Y si…” “Por si…”
La fase de “y si me encuentro con alguien, y de por si necesito algo” en la mayoría de los casos va remitiendo ha medida que el tiempo y la realización de las normas de conducta se van cumpliendo adecuadamente, pero en algunos casos parece no tener fin, la obsesión por el dinero es tal, que evita que la rehabilitación se lleve a cavo quedando estancado en una abstinencia permanente, si tiene dinero vuelve a las andadas dejando de cumplir las normas aunque de momento no juegue, y si no lo tiene es incapaz de centrarse en lo demás, creando un circulo que no puede o quiere romper.
Aunque como digo no es lo habitual, lo normal es que cuando se ingresa en alguna asociación o grupo de autoayuda, y después de un tiempo de adaptación o abstinencia, se inicie la rehabilitación dando paso a un cambio total en la valoración del dinero, aprendiendo para que se le quiere y dando prioridades a lo realmente necesario. Justo en ese momento se empieza a ver una luz de esperanza en el horizonte y la posibilidad de una rehabilitación completa.
Hasta pronto.