domingo, 28 de julio de 2013

Chantaje emocional.


Tema tratado el 17/01/2013.

En la entrada anterior ya expuse que el chantaje emocional es practicado por todos en general en algunas ocasiones, pero como lo que a este blog nos trae es la ludopatía trataré de centrarme en ella.
En mi opinión, hay una clara diferencia entre el chantaje emocional cometido por el ludópata a fin de intentar tapar una mala acción  cometida por él, o algo de lo que en el fondo se siente culpable (si dices algo de esto no vuelvo a la asociación,…) y el practicado por el familiar, con la intención de conseguir algo positivo para todos (o cumples las normas, o ahí te quedas,…).
Pero eso no da derecho a ninguna de las dos partes a utilizar la ludopatía como arma
arrojadiza contra la otra sin que venga a cuento de nada y solo para conseguir salirnos con la nuestra. Es mucho el daño que se puede hacer con esas actitudes y de hecho se causa con tan solo dejarlo “caer”, por mucho que después pretendamos disculparnos, el daño ya estará hecho y no hay vuelta atrás.
Querer ampararse en la enfermedad para quedar exento de cualquier tipo de responsabilidad en nuestras acciones, no es de recibo. Eso no es cumplir con las normas de conducta y por lo tanto en ningún caso se debe consentir, ya que aunque el ludópata no sea culpable de su enfermedad, puesto que es algo que nadie va buscando, si debe ser responsable de sus actos y consecuencias y no pretender que otros carguen con ellas.

No obstante me parece peor aún si cave, que este chantaje lo practique el familiar con el fin de manejar al ludópata a su antojo, como si de un monigote se tratará, cuando el ludópata está cumpliendo las normas de conducta. Ese es un acto totalmente despreciable y fuera de lugar, si se ofrece una ayuda y apoyo al enfermo desde luego no debe ser supeditada a un vasallaje de por vida.


Restregar al ludópata sus actuaciones pasadas por que si, para todo y por todo, no deja en muy buen lugar que digamos a ese familiar.

«En ciertas ocasiones, más nos valdría a todos contar hasta tres, trescientos o tres mil, antes de hablar sin pensar lo que estamos haciendo.»

Hasta pronto.

jueves, 25 de julio de 2013

¿Cuando creemos que un ludópata está rehabilitado?



Un ludópata nunca podrá curarse, ya que la ludopatía es crónica, pero si, rehabilitarse. Considero a un ludópata rehabilitado cuando es capaz de realizar una vida completamente normal, sin incluir en ella juegos de azar o apuestas, de ningún tipo y que esté, siguiendo unas medidas preventivas acordes a su grado de rehabilitación, ya que estas no se deben abandonar nunca por completo.
Un ludópata rehabilitado no debe sentir mas que indiferencia hacia el juego; ser consciente de que éste va a estar de continuo a su alrededor en su vida social, pero que él no debe bajo ningún concepto participar de el.
Llegar a ese estatus no es algo fácil, ni gratuito. El ludópata debe invertir para ello varios años de su vida y sobre todo mucho trabajo y esfuerzo mental puesto que las tentaciones siempre estarán presentes y sobre todo en los comienzos de la rehabilitación estas serán constantes y más fuertes.
A medida que vaya ganando seguridad en si mismo/a al cumplir de forma estricta con las medidas preventivas, las tentaciones cada vez se van espaciando más en el tiempo e intensidad, seguir las normas o medidas preventivas poco a poco se va convirtiendo en un hábito y por lo tanto estas son más fáciles de seguir, a la par y con ello, también le ira siendo más fácil eludir esas tentaciones.
A lo largo de toda esa trayectoria, el familiar también debe cumplir su parte en el seguimiento de las normas, estar pendiente de las evoluciones del enfermo tanto positivas como negativas y evitar a su vez exponerlo a más situaciones de riesgo, de las ya de por si comunes en el día a día del enfermo.

Pretender por parte del familiar que el enfermo haga tareas o se enfrente a situaciones para las que aún no esté preparado, es un gran error que puede tener graves consecuencias en la trayectoria de la rehabilitación y que demostraría que el familiar no entiende el proceso de rehabilitación que debe seguir un ludópata y sus familiares o acompañantes.


Es frecuente que después de poco tiempo en rehabilitación, tan solo unos meses; tanto enfermos como familiares se encuentren “bien y contentos” estas sensaciones son hasta cierto punto lógicas… no se juega, se ha descargado en gran parte la mala conciencia al contar todo y decir la verdad, se van viendo cambios positivos en las actitudes de ambas partes… claro que se sienten bien y contentos. Pero eso que tiene su parte positiva también conlleva un peligro, el exceso de confianza y por lo tanto el prematuro relajamiento en el cumplimento de las medidas preventivas.
Esta enfermedad requiere de gran esfuerzo y mucho tiempo para su rehabilitación, intentar buscar atajos para lograrlo tan solo nos llevará a grandes fracasos, desilusiones y recaídas. La mejor garantía para lograr una buena rehabilitación es el cumplimiento de las medidas preventivas, la asistencia de forma regular a reuniones de grupo, la ayuda profesional en caso de ser necesario y el apoyo de los familiares y amigos. Siguiendo estas pautas no lo dudéis, la rehabilitación es posible y muestra de ello son los miles de ludópatas que ya lo han logrado y disfrutan de una vida feliz y sin ataduras.

Hasta pronto.

domingo, 21 de julio de 2013

Sinceridad y transparencia.


Tema tratado el 03/02/2013.

Dos cualidades que a decir verdad deberían reflejarse en cualquier situación, aunque obviamente en la sociedad en la que vivimos en general suelen escasear bastante. Mucho más en la vida de un ludópata en activo, el cual convierte su vida en un caos total, aliñándola por doquier con abundantes toques de mentira y opacidad, llegando a un punto en el que ni ellos mismos son capaces de discernir en ocasiones entre lo falso y lo real. Creando un mundo paralelo y virtual del que ellos son el centro y en el que todo gira a su alrededor, o mejor dicho alrededor de la diosa fortuna, si ésta, ese día les ha sonreído todo les parece perfecto y maravilloso, pero en caso de no ser así, que es lo habitual, todo se torna oscuro, tan oscuro como su carácter, haciéndoselo pagar a quien tenga la desgracia de cruzarse en su camino, habitualmente algún familiar y seguramente la persona más querida para ellos, pero en esos momentos eso no importa, es más, eso tan solo aumenta sus ansias de gresca y de querer culpabilizar a alguien de lo que en su fuero interno saben que son únicos responsables.
De ahí  que a la menor pregunta o mirada inquisitoria se lancen contra su “enemigo” con vehemencia, enviando andanadas de mentiras y más mentiras intentado con ellas tapar sus negras conciencias.
Este proceder, el de las mentiras, se va convirtiendo en su forma de vida habitual, empezando por unas pequeñas seguidas de otras mayores para tapar las primeras y acto seguido unas mayores aún, una rueda interminable que acaba por convertirles en mentirosos compulsivos; ya no se miente para tapar nada, se miente porque si, porque es lo normal en sus vidas.
Este hábito no es nada sencillo de erradicar y por eso, aún estando en rehabilitación es necesario el paso de mucho tiempo y emplear mucho trabajo, para revertir esa conducta volviendo a la sinceridad y transparencia, es curioso como aún después de un tiempo haciendo las cosas bien y sin tener nada que ocultar, de repente sale alguna pequeña mentira, tal vez inocente y sin mala intención o incluso esas llamadas “piadosas” que supuestamente se dicen para no hacer sufrir a alguien y que suelen conseguir si son descubiertas todo lo contrario, acrecentando en quien van dirigidas, la inseguridad y desconfianza hacia la otra persona, al pensar que ya está otra vez con la misma actitud que en tiempos pasados.
Por parte de los familiares, que viven con el temor a una vuelta a situaciones anteriores, también se dan casos en los que se generan situaciones de ocultación y mentiras, con el fin de que el ludópata sea ajeno a situaciones de supuesto riesgo, ese fue mi caso en particular, en el que durante largo tiempo intente ocultar nuestra situación económica a mi esposa, poniéndola siempre peor de lo que ya de por si estaba, puesto que en ocasiones anteriores al conseguir superar situaciones económicas adversas, volvían a reproducirse recaídas con episodios de juego y toda la misma situación pasada.

En las asociaciones se enseña tanto a los enfermos como a los familiares o acompañantes, que situaciones y conductas de ese tipo no hacen más que retrasar una buena rehabilitación. El enfermo debe mentalizarse de que ese tipo de conductas solo le traen malas consecuencias y el familiar por supuesto también, ya que ese tipo de prácticas no solo no ayuda, sino que retrasa mucho la rehabilitación del enfermo y sobre todo que para pedir algo de los demás, la mejor manera de obrar es predicar con el ejemplo.

Hasta pronto.

jueves, 18 de julio de 2013

¿Puede un ludópata volver a ser un jugador social alguna vez?


Tema ya tratado el 07/03/2013.

Como ya dije en la otra ocasión la respuesta a esa pregunta es un categórico ¡NO! De ninguna de las maneras y formas posibles.
Cuanto antes nos mentalicemos de ello tanto los enfermos como los familiares, será mejor para el proceso de rehabilitación, ya que eso nos permitirá tener otra forma de pensar con respecto a cerrar puertas al juego.
Si se piensa que alguna vez podremos jugar aunque sea de tarde en tarde y pocas cantidades de tiempo y dinero, estaremos abriendo la cerradura de las puertas del juego y también pensaremos por ejemplo en no hacer una autodenuncia para entrar en salas de juegos y casinos, ya que sino en un futuro “cuando estemos preparados para ello” no podremos volver a entrar, no contaremos a los demás que jugábamos a esto o lo otro, para tener esa puerta abierta cuando “podamos” jugar otra vez sin problemas. Pero sobre todo porque seguiremos con esa mente de jugador que ya está pensando en la siguiente apuesta o partida antes incluso de terminar la que tiene entre manos.
Si nos detenemos a pensar un poco en la propia definición de ludopatía obtendremos la misma repuesta a la pregunta de esta entrada.
Ludopatía, es la perdida del control a los impulsos hacia el juego de azar y esta enfermedad es crónica, recurrente y progresiva. Por lo tanto si es incurable el ludópata NUNCA podrá volver a jugar, ya que al ser recurrente y progresiva, volverá a sufrir el mismo descontrol y además siempre en aumento, esta enfermedad por si sola, si no ponemos unas medidas preventivas y las mantenemos, siempre va a más, no se estanca en una situación más o menos controlada ya que eso precisamente es lo primero que se pierde, el control y la fuerza de voluntad, lo que hace volver a situaciones pasadas, con el agravante de un fuerte sentimiento de culpa. Dicha situación dificulta aún más, una nueva petición de ayuda por el sentimiento de vergüenza ante el fracaso, por parte del enfermo y también la entrega de ésta, por parte del familiar ya que se siente nuevamente defraudado en sus expectativas.
El familiar por su parte debe ser consciente de que si bien él si puede jugar ya que no es ludópata, NUNCA debe hacerlo delante del enfermo, ni hacer comentario alguno al respecto, para que este se sienta verdaderamente apoyado. Mucho menos jugar por el enfermo, mandarle a que le selle o compre cualquier tipo de lotería o apuesta, o cualquier otra acción que tenga que ver o implique juego.
La rehabilitación es para el enfermo, pero eso implica a todo su entorno social, al menos al entorno que pretenda servir de ayuda y estimulo al enfermo y a si mismo.

Hasta pronto.

lunes, 15 de julio de 2013

Cómo afecta la inmadurez en la ludopatía.




Tema tratado con anterioridad el 27/12/2012.

Para llegar a convertirse en ludópata no es imprescindible ser una persona inmadura, pero si es verdad que es un rasgo de personalidad, bastante frecuente en los ludópatas.
Tener un comportamiento responsable en unos aspectos de la vida, como puedan ser el trabajo, o la familia; no quiere decir que no se pueda ser a la vez inmaduro o poco responsable en otros, no sabiendo establecer unas prioridades a la hora de repartir nuestro tiempo o actividades. Yo por ejemplo, siempre me he considerado muy responsable en mi trabajo y en mis compromisos hacia los demás y sin embargo en casa, con la familia no he sabido aceptar o tomar responsabilidades, hasta no verme obligado a ello a causa de la ludopatía de mi esposa, teniendo que tomar el control de la casa en relación con sus gastos y necesidades, tal y como debería haber sido desde el principio de formar la vida en pareja, que tendríamos que haber compartido todas esas responsabilidades a medias, …el cuidado de la casa, la educación de los hijos, el control de nuestra economía… Todo eso tendría que haber sido compartido a medias, pero por desidia, educación recibida o por cualquier otra disculpa, que de no existir yo me buscaba, el caso es que nunca fue así. Por lo tanto yo también he sido inmaduro en ese aspecto y no por ello soy ludópata. La Ludopatía como todas las cosas en esta vida, para que sucedan se tienen que dar un cúmulo de circunstancias, sean estas a causa del azar o provocadas por nosotros mismos.
Lo que si es cierto es que la inmadurez puede agravar las consecuencias de la ludopatía, haciendo que se retrase el comienzo de la rehabilitación, o el buen desarrollo de ésta. Es un factor negativo más, a la hora de pedir ayuda, de saber aceptar ésta, o de buscar soluciones a nuestros problemas, ya que nos hace acomodarnos y esperar a que los demás hagan las cosas por nosotros, funcionando como si de un inhibidor de señales se tratara, bloqueando los mensajes de alerta que nuestro celebro nos envía al detectar una situación potencialmente problemática, como por ejemplo, al gastar un dinero en algo distinto a lo que se debería emplear, convenciéndonos a nosotros mismos que ya lo arreglaremos más tarde y que de no ser así, alguien lo hará por nosotros; no cumplir con nuestras obligaciones, alegando para convencernos que éstas no son tan importantes o imprescindibles y que además siempre habrá alguien que lo hará.
La diferencia entre un ludópata que sabe que lo es y no hace nada por cambiar esa situación, y un ludópata que una vez que se da cuenta de lo que le ocurre, pide ayuda, y es consecuente con lo que tiene que hacer, puede estar en la madurez personal de dicho ludópata. De ser maduro o responsable, tendrá un gran trecho recorrido en su rehabilitación.
Hasta pronto.

jueves, 11 de julio de 2013

Cómo pedir apoyo a los demás.


Tema tratado con anterioridad el 14/02 2013.

Cuando se pregunta a alguien que lleva un cierto tiempo en una asociación haciendo las cosas bien, si se encuentra capacitado para pedir ayuda a los demás en caso de necesitarla y cómo lo haría, la mayor parte de los preguntados responden que si, que creen encontrarse capacitados para pedir ayuda en caso de necesitarla, que se dirigirían directamente a la persona o personas en cuestión exponiendo su problema y su demanda de apoyo en ese caso en concreto o para lo que necesitasen en particular, como una vigilancia en general mantenida en el tiempo a especie de refuerzo.
Cuanto menos tiempo de permanencia en la asociación se tiene, como es lógico se está más inseguro por esa parte, lo que hace que las personas de su entorno deban estar un poco más pendientes por si acaso lo necesitase y no se atreviera a exponerlo o no supiese como hacerlo. Esto no quiere decir a ciencia cierta que cuando se lleva tiempo en la asociación los familiares puedan estar tranquilos en esta cuestión, ya que a pesar de se manifieste estar preparado para pedir ayuda, eso no quiere decir que llegado el momento se vaya ha hacer, ya que el orgullo mal entendido, de demostrar debilidad por pedir ayuda ante ciertas dificultades, creyendo que nos consideraran inmaduros o incapaces, en ocasiones nos conduce a intentar resolver las cosas de mala manera por nosotros mismos, o directamente de obviarlas y pasar olímpicamente de ellas como si no existieran, consiguiendo que los problemas se incrementen.
Este tipo de conducta se puede dar en cualquier caso ya se sea enfermo o familiar, puesto que el orgullo no es privativo de ninguna de las dos partes.
Desde luego el mejor modo de hacer la petición es iniciando un dialogo en el momento que se necesite y no pretender esperar un momento más adecuado que puede parecernos no llegar nunca, y claro está, hacerlo de manera razonada y educada, sin malos modos, chantaje emocional o cualquier otro tipo de presión, debiendo estar preparados para en el caso de recibir una respuesta negativa, saber asimilarla y buscar esa ayuda en otra parte sensata pensando que eso no es el fin del mundo y que podremos obtener la ayuda de otra de las muchas personas que a buen seguro tenemos en nuestro entorno dispuestos a ayudarnos. Los disparates y las reacciones incontroladas, en caso de negación, tan solo nos traerán más dificultades y problemas.
Hasta pronto.

lunes, 8 de julio de 2013

Consecuencias de la ludopatía.


Tratado el 07/02/13.

Esta es al menos la cuarta vez que trato este mismo tema en el blog y por lo tanto lo que pienso al respecto esta prácticamente todo dicho.
Lo que si puedo decir es que espero que tanta pena y sufrimiento pasado no sea en balde; todos esos años en los que la ludopatía nos ha acarreado desconfianza, desilusión en la pareja y falta de entendimiento, ahora que todo eso ha quedado atrás, nos sirva para sacarle una lectura real a la vida y no fantasías que nunca llegan, para apoyarnos más en nosotros como pareja (en mi caso) y sacar adelante la familia juntos, no como hasta hace un tiempo en el que íbamos cada uno por un lado como si lo ideal fuese tirarnos los trastos a la cabeza. A medida que pasa el tiempo me afirmo más en la creencia de que esas han sido las consecuencias para mi familia de la ludopatía, la desconfianza generada y el tiempo perdido. La desconfianza haciendo las cosas bien y siguiendo las normas con el tiempo se va reponiendo, no se si alguna vez será total o no, pero el tiempo perdido …ese nunca volverá, y eso sí es una gran perdida; puesto que para el poco tiempo que estamos en este mundo, haber desperdiciarlo tanto de esa manera... es terrible.
Tan solo nos queda aprender a vivir mirando el presente y hacia el futuro.
Hasta pronto.

viernes, 5 de julio de 2013

Conocimiento de las normas de conducta.


Resulta curioso que cuando se ingresa en una asociación con la intención de dejar el juego y todo lo que este implica atrás, nos entreguen una lista con una serie de normas a seguir para cambiar los hábitos y costumbres que nos han llevado a esa situación y que resulte que en algunos casos esta se lea una o dos veces de pasada y no se le de mayor importancia.
Esa conducta en los enfermos que van con el único propósito de cubrir el expediente y contentar a la familia, podría hasta entenderla, ya que en un principio tal vez ni les interese lo más mínimo lo que allí se hable o diga, pero en los demás, en los que supuestamente van con la esperanza de salir de tanta mentira y basura emocional como arrastran en su vida activa como ludópatas y sobre todo a cualquier familiar, que supuestamente llegamos a la asociación desde el primer momento dispuestos a aprender lo que sea necesario para que “nuestro enfermo” salga del pozo en el que esta metido y al que nos arrastra a nosotros desde mi punto de vista es incomprensible. Eso no lo puedo entender, nos dan justo aquello que pedimos, unas pautas a seguir, algo perfectamente contrastado que funciona y aún así, lo relegamos al fondo de un cajón o ni tan siquiera eso, directamente se nos “extravía o pierde”.
Pero vamos a ver, que demonios es lo que queremos, ¿qué se salga del juego así, sin más? ¿Qué al cruzar la puerta de entrada de la asociación, una inspiración divina haga abandonar la conducta del ludópata por arte de birlibirloque?
Seamos serios, para conseguir salir del entorno del juego, tanto el enfermo como el familiar necesitan seguir una serie de pautas para poder llevarlas a cabo, y para eso es imprescindible conocerlas y a ser posible memorizarlas, de lo contrario ¿cómo saber si lo estamos haciendo bien o mal?
Además de otros muchos beneficios, es el mejor escudo que podremos echarnos para evitar situaciones difíciles y violentas, cumpliéndolas a rajatabla si se nos echa en cara tal o cual actitud ya seamos enfermos o familiares, tendremos la excusa perfecta para salir airosos de la situación, con un simple “no es que lo diga yo, es lo que dicen las normas que hay que hacer en este caso, léelas y si no te parece correcto en la próxima reunión lo expones ante todos y si te dan la razón, me disculpo, lo hacemos como nos digan y ya está”.
Pero claro para eso es imprescindible haberlas leído antes, ya que de lo contrario y salvo que se tenga algún tipo de poder de adivinación o algo así, es imposible que conozcamos si nos estamos comportando correctamente o no.
Si empezamos por no conocer las normas de conducta a seguir por nuestra parte, malamente podremos hacer que otros cumplan las suyas.
Hasta pronto.