jueves, 30 de mayo de 2013

Cómo hacer frente a las deudas.

Tema tratado el jueves 08/11/12

En esta ocasión y como mi opinión al respecto es conocida por el otro post. Me gustaría empezar diciendo que para hacer frente a las deudas deberíamos empezar por cumplir el apartado sexto de las normas o principios de conducta, el cual nos remite a la sinceridad y transparencia con la familia más cercana con la que convivimos. Todo lo que se haga para subsanar las deudas sin llevar a efecto dicho apartado al menos a nivel de pareja, esta incurriendo en una nueva mentira o engaño, aunque este sea por omisión. Si lo que pretendemos es rehabilitarnos de la ludopatía, claramente lo estamos haciendo mal, puesto que antes se desviaba un dinero que debería haber recaído en la familia y se destinaba en el juego y ahora se sigue haciendo lo mismo para destinarlo a las deudas, por lo tanto doble traición económica y moral, la de antes y la de ahora.

Cuando se pretende sinceramente apartarse del juego y empezar una nueva etapa en nuestra vida, no solo es importante la sinceridad, sino que es vital para conseguirlo.
Ocultar toda o parte de la deuda generada, teniendo el dinero controlado conduce a la mentira, para poder conseguir dinero por otros medios no controlados, lo que suele llevar al enfermo de nuevo al juego para poder pagar, haciendo la deuda y por lo tanto la mentira mayor. Las consecuencias de esta conducta a nivel emocional son devastadoras, puesto que con el paso del los días  y ante la imposibilidad de pago, salvo haciendo nuevos trapicheos, el miedo a confesar lo negado con anterioridad, perdiendo lo poco conseguido hasta el momento, pone al enfermo en un dilema: nueva confesión con lo que eso implica o juego.
Quienes no hayan comentado la enfermedad en casa y por lo tanto sigan manejando dinero, (si es que les queda algún dinero que manejar) en contra de lo que podría parecer lo tendrán más complicado por varias razones, Si siguen haciendo la misma vida para disimular y que nadie sospeche, terminaran por hacer lo mismo que les llevo en su día al juego y por lo tanto el peligro de recaída tiene un porcentaje altísimo, si por el contrario a cambiado su rutina de vida, las preguntas por parte de la familia serán inevitables, conduciendo a nuevas mentiras y un agobio importante al no poder relajarse ni por un momento ya que el descubrimiento de la enfermedad y los actos pasados pueden ser descubiertos en cualquier momento.

¿Así es cómo piensas pagar tus deudas? ¿Es esa la calidad de vida que quieres para ti y tu familia? Quien pretenda optar por este modelo de conducta cargara con un peso en la conciencia que tarde o temprano tendrá que pagarse a si mismo.
Hasta pronto.

domingo, 26 de mayo de 2013

Control de los impulsos hacia el juego.



Nuestro cerebro es el centro de mando para todas las actividades del ser humano, desde él se controla todo lo que hacemos, los movimientos, pensamientos, ilusiones, recuerdos… y también los impulsos hacia el juego. Es como si se tratase de un fantástico emisor de señales de televisión, cuando este está bien programado las imágenes y sonido que capta nuestro receptor son claras y precisas. Pero si por alguna razón alguna de sus frecuencias se distorsiona ese canal no se vera y oirá correctamente.

Algo similar ocurre con el control del impulso hacia el juego, cuando este funciona correctamente no presenta problema alguno a la hora de decidir cuándo, dónde, cómo y cuánto jugar, es lo que se denomina jugador social.

En cambio si su funcionamiento es irregular pasa a ser incontrolable, en mi modesta opinión es algo genético, lo cual no quiere decir que tenga que ser también hereditario, y también exponencialmente incremental, quien tenga este control distorsionado cuanto más juega más necesidad tendrá de seguir jugando en una espiral sin fin, este comportamiento es el denominado ludopatía. Pero si el control funciona correctamente el contacto con el juego por mucho que este sea no tiene porque suponer problema alguno, como podría ser el caso de los jugadores profesionales o gente que vive en el mundo del juego pero nunca pierde el control de lo que quiere y cuando decir basta.

Una vez perdido el control ya no hay vuelta atrás, el ludópata NUNCA volverá a poder ser jugador social y en el siguiente contacto con el juego irremediablemente volverá a perder el control, por mucho tiempo que haya pasado desde su último episodio de juego.
Posiblemente si este nuevo contacto con el juego ocurre, el ludópata intente autosugestionarse con una falsa idea de autocontrol, diciéndose a sí mismo “ves he jugado y no ha pasado nada” pero realmente no será así en su cabeza habrá empezado a germinar de nuevo la semilla del juego, con un crecimiento imparable que concluirá en un nuevo brote de juego sin control alguno, que será seguramente mayor que el anterior por ir acompañado de fuertes sentimientos de culpa que harán más difícil la búsqueda de una solución, o pedir ayuda a los demás.

Actualmente no existe cura alguna para la reparación de está disfunción, quién sabe si en el futuro con tantos avances como existen en la medicina genética, alguien descubra la manera de reemplazar la neurona, gen o lo que demonios sea que lo cause. Pero a día de hoy el único remedio comprobado que existe para detener que no curar la enfermedad son las sesiones de terapias impartidas por asociaciones, profesionales o una mezcla de ambas, donde se enseñan una serie de medidas o normas de conducta indispensables para que un ludópata pueda mantener alejado y controlado el impulso hacia el juego y la ABSTENCIÓN TOTAL DE TODO TIPO DE JUEGOS DE AZAR.

Hasta pronto.

jueves, 23 de mayo de 2013

Libre.


Hoy podríamos hablar de lo que implica la no aceptación de la enfermedad por el propio ludópata. Cuando alguien tiene una adición y no es consciente de ella puede llegar a cometer verdaderas barbaridades a causa de ella, hasta que por diversas causas se de cuenta o se lo hagan ver y empiece una búsqueda de la rehabilitación, Hasta aquí se puede considerar todo “normal” entendiendo por normalidad que esos actos cometidos sean barbaridades o no, no son acciones deseadas, sino consecuencias de la propia adición. Ahora bien una vez comenzado un tratamiento en una asociación, o con profesionales especialistas en la materia, o incluso ya que nos estamos comunicando a través de un blog, de internet por medio de un foro o blog que trate específicamente la ludopatía, dejar pasar el tiempo pasando de todo y de todos, haciendo lo que nos da la gana en todo momento sin cumplir ninguna de las medidas preventivas o normas de conducta, además de la clara falta de respeto a los demás, tanto acompañantes, como compañeros de grupos, algo que se podría resolver con un simple “a mi plim” por parte de estos dejándole/a solo/a y ya está, lo peor es que demuestra una irresponsabilidad que ya no tiene nada que ver con la enfermedad, sino con una inmadurez mayúscula. Alguien que pretenda escudarse de por vida en una enfermedad y que a su vez sea incapaz de asumirla, no puede pretender ofenderse por ser tratado como si fuese un crió caprichoso, soberbio y descerebrado.

Por otra parte también podríamos hablar de lo distorsionados que llegan a tener sus sentimientos los enfermos, cuando a cualquier cosa que se les diga o comente por reacción instintiva lo asocian con acoso o reproche cuando su interlocutor en ese momento ni está pensando en su enfermedad ni nada por el estilo, simplemente le puede estar diciendo que tiene o por contrario que no tiene que hacer algo, que su actitud no le parece adecuada, o que si cumpliera con sus obligaciones sin esperar a que otra persona se lo tenga que decir, estaría evitando por si solo/a esa sensación de reproche o acoso. Si el enfermo empatizara de vez en cuando con el familiar o acompañante, se daría cuenta que la mayor parte de esos reproches y acosos tan solo existen en su mente y sobre todo de estar las tornas cambiadas que haría él… ¿lo mismo… algo parecido… o lo mandaría todo a la puñeta de una vez por todas? Ya se sabe es más fácil criticar que reflexionar lo sensato o no de lo escuchado.

Y por último, pero no menos importante podríamos hablar de lo que puede cambiar en la forma de pensar cualquier persona en un plazo relativamente corto de tiempo. Cuando alguien después de toda una vida de constantes discrepancias con todo lo que represente no hacer lo que le viene en gana en todo momento, por fin se decide a dar el paso que debió haber dado mucho tiempo atrás y va haciendo las cosas bien y confía y se somete a ser controlado por alguien querido, alguien que sentía prácticamente perdido, pero que sin embargo siempre ha estado ahí de repente es como si despertara de un largo letargo y declara que hace unos pocos meses atrás, pensaba que no merecía la pena trabajar para obtener un cambio, pero que ahora poco a poco se va dando cuenta de lo equivocado que estaba. Podríamos terminar de momento con ese dicho de que nunca es tarde si la dicha es buena. Me alegro enormemente cuando se producen situaciones como estas, porque es algo que da esperanzas a los familiares por continuar en la lucha por muy difícil que algunos se empeñen en ponerlo.
Hasta pronto.

domingo, 19 de mayo de 2013

La autoestima.


Tema tratado anteriormente el 14/12/12

En ese otro comentario conté cómo se encontraban mis sentimientos y por lo tanto mi autoestima en los comienzos de está enfermedad.
Hoy me centrare más en lo mucho que han cambiado esos sentimientos.

Quién me iba a decir a mi hace unos años que hoy pensaría en la forma que pienso ahora, después de
tanta amargura pasada, de tantas noches en vela pensando lo desgraciado que era a causa de está maldita adición, que un mal día se topó con mi familia y parecía que nunca nos iba a dejar levantar cabeza. Mirando a mi alrededor veía que mis hermanos tenían el futuro más o menos resuelto, que los amigos también formaron sus familias y eran felices, poco a poco lograban sacar adelante sus planes de futuro y así todo mi entorno, todos menos yo, que había fracasado estrepitosamente no siendo capaz ni de fiarme de mi propia esposa.

Menos mal que ahí estaba la asociación, la familia y los amigos con los que me podía desahogar pues todos ellos sabían lo que ocurría, de no ser así creo no lo hubiese podido aguantar y con todo y eso en muchas ocasiones estuve a punto de tirar la toalla.
Sobre todo gracias a la asociación, pues la familia y amigos al principio casi agobiaban con tanto interesarse pero a su manera, para pasar al poco tiempo a la más terrible indiferencia. Incluso ahora que saben que seguimos yendo a la asociación a ninguno se le ocurre preguntar que tal nos va con el juego, es como si no hubiese pasado nada.
En cambio en la asociación además de desahogar nuestras penas exponiendo nuestros problemas ante todos los compañeros, aprendimos lo necesario para dejar atrás esa pesadilla (al menos de momento) y a tener una vida más placentera, en ella hemos aprendido también a valorarnos como personas.
En estos momentos mi autoestima es lo suficientemente buena como para pensar que de un modo u otro y a pesar de la que está cayendo, con tanto paro y tantos recortes, de una forma u otra mi familia y yo, saldremos adelante.
Hasta pronto.

jueves, 16 de mayo de 2013

Sentimientos de culpa.


Tema tratado anteriormente el lunes 05/11/12.

Va llegando gente nueva a la asociación, con sus mochilas cargadas de sentimientos. Pero los problemas que les trae a la misma son los de siempre, cambia el tipo de juego, cambia el medio en que se practica ese juego, últimamente cambia también la edad de entrada y ahora suelen ser cada vez más jóvenes a causa de internet y las nuevas tecnologías, pero como digo sus problemas y los de sus acompañantes son los de siempre.

Cuando se habla de mentiras, broncas, o de cualquier otro mal comportamiento o incluso de los buenos, estamos hablando de algo que podemos decidir por nosotros mismos, decidimos si mentimos o no, si discutimos o no, si hacemos las cosas bien o no…, pero el tema de hoy al tratarse de un sentimiento escapa de nuestro control por completo.
Tanto se trate de los enfermos como de los familiares o acompañantes, el sentimiento de culpa es algo que se tiene o no de forma involuntaria, en el que un gran peso cae sobre nosotros, en el que también interviene el grado de involucración que se tenga con la enfermedad, a quien no le importe lo que pueda sentir o pasar un/a ludópata lógicamente no se sentirá culpable de nada de lo que le ocurra a éste.

Algunos enfermos durante su periodo de máxima actividad en el juego tienen los sentimientos tan embotados que tampoco se lo llegan a plantear tan siquiera, siendo más tarde y cuando comienzan una rehabilitación, cuando los tienen.
En otras ocasiones se disfrazan con otros tipos de sensaciones y se dice “yo no tengo ni he tenido sentimientos de culpa, lo que siento es que no tuve la suficiente madured y cordura como para evitar caer” “yo lo que siento es vergüenza por lo que llegué a hacer” “de haberme dado cuenta antes hubiese podido hacer…” en fin, todo un cúmulo de sensaciones que al fin y al cabo lo que indican es una serie de cosas que pensamos que tal vez pudieron ser de otra manera y por un motivo u otro no lo fueron, quedándonos una sensación de “quién sabe si hubiera hecho esto o lo otro, lo hubiese evitado”.

Con la asistencia a las terapias y el trabajo realizado en ellas adquiriendo información sobre la enfermedad y poniendo los remedios necesarios para atajarla (medidas preventivas o principios de conducta) estas sensaciones de culpa, van desapareciendo al comprender que todo lo ocurrido son las trágicas consecuencias de la enfermedad, una enfermedad que nadie quiere contraer, y que una vez que se padece en muchas ocasiones se trata de minimizar auto convenciéndonos de que no es tal y la situación está controlada.
La asistencia a las reuniones de grupo y una buena rehabilitación, poco a poco ponen las cosas en su sitio, permitiéndonos disfrutar de una vida plena y sin este tipo de sentimientos.
Hasta pronto.

jueves, 9 de mayo de 2013

Prejuicios sociales.


Tema polémico y del que siempre que lo tocamos en las reuniones, nos encontramos con distintos puntos de vista y todos ellos sensatos.
El 29 de octubre del año pasado ya puse una entrada sobre este tema y a día de hoy sigo pensando de igual manera, efectivamente si nosotros que lo padecemos y sufrimos, no somos capaces de abrir una vía de atención a la sociedad y continuamos ocultando las cosas por miedo al que dirán, difícilmente tendremos fuerza moral para pedir a los demás que hagan algo que nosotros somos incapaces de hacer aún siendo los afectados.

Los cuchicheos pueden hacer mucho daño.
Pero esto no quiere decir que tengamos que inmolarnos socialmente en distintos ámbitos de nuestra vida, por ejemplo la laboral, en una sociedad tan competitiva como en la que vivimos y con tantos candidatos a un mismo puesto de trabajo, ningún empresario se va a complicar la vida contratando o manteniendo en el puesto a alguien potencialmente peligroso (dando igual que tras una buena rehabilitación, en realidad fuese el más adecuado para el puesto). Tampoco es lo mismo unos trabajos que otros o incluso la situación laboral de cada uno; tener un contrato fijo o uno temporal cambia mucho la situación, el primero puede suponer un inconveniente económico para patrón, mientras que al segundo con una palmadita en la espalda todo resuelto.

Ciertamente la sociedad ha avanzado mucho en este tipo de cuestiones y se han roto muchos tabúes, (alcoholismo, drogadicción, homosexualidad…) pero estas reformas son a base de mucho tiempo y se suele necesitar de gente famosa o popular para dar un primer empujón o reconocimiento:
-¿Qué en el mundo de la televisión o famoseo, éste o aquél personaje es gay? Pues entonces se va viendo como más “normal” y ya no está tan mal visto.
-¿Qué fulanito o menganito se juega hasta las pestañas? Pues como cada vez esto es más habitual, ya no llama tanto la atención y la gente oye hablar de ludópatas y no de viciosos empedernidos.
Se podrían poner de esté tipo de ejemplos por miles y cada día surgen nuevos espacios donde se habla y debate sobre estos temas, el problema no creo que sea por falta de información (ojo, opino que cuanta más información mejor) sino de ganas de usarla.
¿Alguien desconoce a día de hoy los perjuicios que ocasiona fumar?
¿Quién no conoce los perjuicios del alcohol?
¿Quién no conoce los perjuicios de las drogas?
¿Y de la anorexia, bulimia, vigorexia…?
¿Y qué me contáis de las nuevas tecnologías?
El problema es que muchas de estas conductas están de moda y por lo tanto se ven como lo más normal del mundo, dando la sensación que el raro o distinto es quien no las lleva a cabo.
Por eso la decisión de decirlo o no, debe depender de cada caso y situación. Tan respetable puede ser la una como la otra y por eso en cada caso, se debe pensar, decidir y obrar en consecuencia.
Hasta pronto.

lunes, 6 de mayo de 2013

Cerrar puertas.


Otra vez vuelvo a la carga con éste tema, pero esta vez quiero tratarlo desde el punto de vista del familiar.
¿Qué por qué digo esto? Pues porque en éste tema en particular creo que los familiares tenemos mucho que decir. Una y otra vez se dice que si el enfermo no quiere hacer las cosas bien o ni tan siquiera hacer algo, todo lo que haga el familiar no vale para nada. Mentira gorda, eso no es así ni mucho menos, por supuesto que si el enfermo no responde como debiera todo se pone mucho más difícil, pero no imposible.
Nos afanamos tanto en querer proteger al enfermo, que a veces se nos olvida que la ludopatía no solo hace daño al propio enfermo, sino que todo su entorno también sufre las consecuencias de la enfermedad.
  • ¿Es el enfermo quien debe decidir a quien contar su enfermedad? SI. Pero si no hacerlo con alguien, pone en peligro su rehabilitación, el familiar puede y debe ser quien lo haga, previo aviso al enfermo (si tú no lo haces lo haré yo)
  • ¿Qué no para de exigir más dinero de lo que realmente necesita? El familiar debe en todo momento atenerse a lo que indican las normas que debe hacerse y por lo tanto es eso o nada, darle más de lo necesario porque nos de pena su situación, no es hacerle un favor sino ponerle en riesgo de recaída a él, y de paso sufrir las consecuencias nosotros.
  • ¿Qué no quiere ir a una asociación? Pues el familiar tendrá que darle un ultimátum, ¡La asociación o la familia tu eliges! (Eso sí, un ultimátum debe cumplirse, de no hacerlo en un futuro será muy difícil poner condiciones al enfermo, pues esté pensará que tan solo son amenazas sin mayor consecuencia)
  • ¿Qué quiere dejar la asociación al poco tiempo diciendo que ya se encuentra bien? Otra mentira más gorda que la anterior, es imposible que en poco tiempo esté rehabilitado. Si es posible que haya dejado de jugar, pero si no ha cambiado sus hábitos y costumbres no tardara en volver al juego. Por eso si el familiar sigue asistiendo a las terapias motivara al enfermo a continuar o volver, si ya las hubiese dejado. También según los casos puede dar buenos resultados el ultimátum anterior.
  • ¿Qué no quiere mancomunar las cuentas de ahorros y pretende llevar tarjetas, cheques o algo similar, sin estar rehabilitado? El familiar deberá hacerle ver que eso es algo innegociable, al menos de momento, más adelante si su progreso es adecuado será el momento de decidirlo, no podemos permitir que tire su futuro y el nuestro por la borda, le guste o no. Nuestra debilidad en este punto podría hacer peligrar dicho futuro.
Situaciones como estas o parecidas se dan todos los días y el familiar tiene que hacer seguir las normas al enfermo si esté pretende incumplirlas o alterarlas y también seguirlas él mismo, de está forma estaremos cerrando puertas a la enfermedad una tras otra, reduciendo el familiar la intensidad del control, ha medida que el enfermo vaya haciendo las cosa bien de forma autónoma, pero sin dejar de estar pendiente de forma completa nunca, por lo que pudiera ocurrir ya que esta es una enfermedad crónica y recurrente y por lo tanto pudiera darnos una sorpresa en cualquier momento si el enfermo se acomoda y deja de cumplir las normas.

Hasta pronto.