Nuevo periodo vacacional
en la asociación y con el, nuevo paréntesis en las terapias semanales. Estar un
tiempo sin asistir a la asociación por motivo de las vacaciones, no debe ser
excusa para alterar el cumplimiento de las normas de conducta. Estas deben
seguir en activo, aunque se puedan ver modificadas por las circunstancias,
siempre y cuando esos cambios no impliquen exponernos a situaciones peligrosas.
Largas horas de asueto en
playas o piscinas, en compañía de familiares y amigos, por ejemplo, nos pueden llevar
a las consabidas partidas de cartas y demás juegos de azar considerados como “inocentes”
por la sociedad en general, pero que pueden tener unas consecuencias
devastadoras en la mente de un ludópata. Mucho más si esto se produce en los
comienzos de su rehabilitación, cuando ésta no pasa de ser más que una mera
abstinencia y todavía no se tiene la suficiente preparación para saber decir ¡NO!
El tan manido “si solo nos jugamos el café” o “es por pasar el rato” no es ni
mucho menos consecuente con lo que realmente esta pasando en el interior de la
cabeza del ludópata, que de tener una buena tarde pensará “vaya, estoy en racha”
y esos pensamientos ya sabemos lo que implican en un ludópata: “Pues por una
primitiva, no pasa nada y aprovecho la racha” “una partidita de poker ahora que
estoy de suerte, mucho daño no me puede hacer”, evitar la ocasión, es evitar la
tentación.
Para los que se reúnen
con parte de la familia o amistades, con quien no suelen coincidir de forma
habitual o con los que se tiene menos trato, también puede surgir la cuestión
de si comentar algo respecto a la enfermedad o no y quien debe hacerlo de darse
el caso. Ese es un tema muy personal y que suele levantar controversia.
Mi
opinión personal, es que es algo que se debe meditar antes de dar ese paso, y
que si bien es el propio enfermo quien debería decidir a quien contárselo y
cuando, no es menos cierto que en determinadas situaciones el familiar también
y como digo según mi opinión, está capacitado para referirse a el, o contarlo,
si piensa que esa acción puede servir de ayuda al enfermo o a él mismo, ya que
en ocasiones el familiar también necesita desahogarse con alguien de su
confianza. Esto es así en mayor medida, si estamos refiriéndonos a alguien como
la pareja, o que conviva con el enfermo. Dicho esto también me gustaría decir
que si estamos demandando sinceridad y transparencia por parte del enfermo, el
familiar o acompañante también debería “predicar” con el ejemplo, ya que no es
lógico pedir algo que nosotros mismos somos incapaces de cumplir.
Para todos aquellos que echen
de menos las terapias en estos días de vacaciones, una buena
Hasta pronto.
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