jueves, 11 de abril de 2013

Cambiar soberbia por humildad.


Uno de los mecanismos de autoprotección que suelen crear o reforzar los ludópatas, es la soberbia.
Para evitar preguntas no deseadas, escapar de situaciones en las que se sienten acorralados, salirse siempre con la suya…. Y así en una larga lista de situaciones.
Es como si pensaran que alzar la voz, lanzar un exabrupto, reaccionar con malos modos o acometer desproporcionadamente ante quien tan solo está pidiendo explicaciones a cierto tipo de conducta tal vez inadecuada, sirviera para algo más que en la mayor parte de los casos iniciar una fuerte discusión, en la que también y haciendo gala de la misma soberbia si se ven vencidos optan por la huida y el portazo.
Lo cierto es que como en ocasiones da el resultado buscado, no solo no se detiene está actitud, sino que se mantiene y se incrementa por momentos.
No está demás decir, que también por parte de los familiares en ciertas ocasiones pecamos de lo mismo, creyéndonos poseedores de la razón y verdad absoluta y por lo tanto negándonos a admitir cualquier tipo de objeción, pretendiendo estar siempre por encima, en vez de a la par, los unos cumpliendo con sus obligaciones y los otros con las suyas, sin tener por ello que someter a nadie.
Por eso suelen dar tan buenos resultados las reuniones o terapias conjuntas en las asociaciones. Al ser un lugar neutral donde no son permitidas las salidas de tono y los malos modos o formas, donde se habla con respeto hacia los demás y donde se puede recibir rápidamente distintas opiniones al respecto del tema que se esté tratando en ese momento, se convierte en el sitio idóneo para aprender a controlar nuestra propia soberbia, porque al no poder cortar instantáneamente a quien nos está diciendo algo con lo que no estamos de acuerdo, o que no nos guste oír por muy verdad que sea, estamos obteniendo un tiempo, tal vez pequeño sí, pero un tiempo suficiente para evitar saltar mecánicamente como un resorte y poder pensar la respuesta, pudiendo contestar de una manera racional, tengamos la razón o sin ella. Posiblemente con nuestra respuesta se abra un debate, pero nunca una discusión o riña, de forma que hasta es posible que cambiemos de idea al dejar que la otra parte termine de exponer sus argumentos, algo que difícilmente sucedería en otro lugar pues antes de dejar explicar sus razones a nuestro oponente le habríamos cortado de malos modos, o dejándole con la palabra en la boca huiríamos con el típico portazo.
Ciertamente todos y cada uno de nosotros tenemos un tipo de carácter propio y a la vez distinto al de los demás, pero esté puede y en muchas ocasiones debe, ser educado por nosotros mismos para no cometer el error de pretender justificarnos con él para cometer abusos, contra los demás. El tener un carácter fuerte por ejemplo, no debe ser patente de corso, para ir por la vida arroyando a quien se cruce en nuestro camino.
Por lo general la humildad abre más puertas que la soberbia, sobre todo si estamos pisando un suelo tan poco firme, como por el que se suele andar cuando nos movemos en el mundo de la ludopatía.
Hasta pronto.

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