Hoy me voy a limitar a
copiar una entrada del blog de Carmen G. Olid. Llamado “Reflexiones sobre psicología” Este
blog trata de diversas cosas interesantes a nivel social desde el punto de
vista de la psicología, os animo a echarle un vistazo. Por mi parte y en
especial este articulo y dado su temática me parece interesante su divulgación
desde este blog.
En épocas de desesperanza surge en el ser humano la necesidad de
aferrarse a algo, de hacer cosas que devuelvan el equilibrio y el bienestar.
Esto agudiza el ingenio y se producen grandes avances, pero, lamentablemente,
también es un perfecto caldo de cultivo para que la manipulación, el egoísmo,
el abuso y otras “lindezas” se practiquen impunemente. Es en tiempos de crisis,
como la que nos toca transitar, cuando aparecen tendencias, conductas y valores
que de no haberse producido el deterioro económico no habrían tenido ese auge.
Basta con echar un simple vistazo a la publicidad para darse
cuenta de que una de estas nuevas tendencias es el incremento del juego. Si
antes el bingo era una actividad reservada, casi en exclusiva a personas de
cierta edad, solas o a ludópatas, ahora se ha convertido en, casi, actividad
laboral o pseudolaboral. La desesperación y la posibilidad de ganar un dinero
fácil hacen que el juego esté cobrando protagonismo especial en nuestra
sociedad. Enseguida las mentes más avispadas y menos éticas han sabido ver el
filón que se abría y manipulan y gestionan perfectamente esta necesidad humana.
Ofrecen dinero “gratis” con tal de que se inicie la actividad. La ganancia vendrá
después, cuando la adicción comience a implantarse.
El riesgo de esta práctica está en dos trastornos psicológicos
muy importantes: la ludopatía (adicción al juego) y el trastorno
obsesivo-compulsivo. La persona que sufre de lo primero irá viendo cómo su
necesidad de jugar va provocando la anulación de su voluntad para controlarse.
Lo que en principio puede parecer una actividad lúdica, sin trascendencia y
perfectamente controlada, va dando paso a una conducta que domina casi todo el
tiempo de la persona. Existe una imposibilidad de parar aún cuando no sólo no
se soluciona el problema económico que lo indujo, sino que se agrava. Es decir,
no sólo no se gana el dinero que se necesita y para lo que se inició en el
juego, sino que las pérdidas económicas aumentan y se llega incluso a perder
las mínimas ayudas que se tengan. Unido a esto aparece una especie de
pensamiento “mágico” que lleva a la persona a creer que ahora la racha cambiará
y podrá recuperar todo lo perdido, entrando de este modo en una espiral que
crece y crece.
El deterioro que se produce en la persona es tremendo. Su
autoestima cae en picado y aumenta su sentimiento de culpa por la falta de
control y la pérdida económica en la que incurre. Además, también aparecen
severos daños en las relaciones personales y familiares del adicto al juego. La
mentira, el retraimiento o incluso aislamiento, conductas delictivas (robos,
principalmente)…son compañeras de viaje en este trastorno. Lo que en un
principio sería la solución a los problemas económicos, se ha convertido en el
principal problema económico y familiar.
Por otro lado también surgen trastornos asociados como las
compulsiones, es decir, conductas más o menos absurdas que no pueden dejar de
hacerse para paliar la ansiedad que producen ideas o creencias sin sentido. Hay
una amplia gama de ellas. Su frecuencia, duración e intensidad, determinan la
gravedad del problema. Esto va desde amuletos de la suerte, recitar
determinadas frases o salir siempre con el pie derecho de casa para tener suerte
en algo, hasta realizar rituales de horas para evitar la muerte, por ejemplo o
el daño grave a un ser querido. Así pues hay personas que necesitan dos horas
antes de salir de casa para poder lavarse o limpiar cosas un número determinado
de veces de una forma concreta, por ejemplo, porque de lo contrario podrían
tener un accidente ellos o sus familiares o porque de este modo tendrán más
suerte.
En el caso de las ludopatías suelen ir de la mano. La práctica
totalidad de los jugadores patológicos tienen conductas de superstición y/o
compulsión. Dado que se trata de comportamientos que la persona entiende como
irracionales o incluso ridículos, hay una tendencia a la ocultación. De este
modo, cuando la persona ya acude a terapia el cuadro está muy desarrollado.
¿Qué podemos hacer ante todo esto?
Fundamental es pensar que el dinero fácil y que depende del azar
jamás será estable a medio plazo. El juego es un negocio, pero es un negocio
para quien lo dirige y controla, no para quien lo practica. Los casinos, los
bingos, los salones de juego son muy
rentables por lo que es obvio que los clientes pierden muchísimo más dinero de
lo que ganan.
Las estrategias de afrontamiento de las situaciones
problemáticas deben ser encaminadas a la consecución de beneficios con el
mínimo coste. Es decir, cualquier promesa de ganancia que implique, de entrada,
una pérdida, debemos valorarla como pérdida a corto plazo asegurada. Lo mejor,
por tanto, es evitar el juego. Cuando se cuenta con bajo presupuesto mensual es
preciso escribir en un papel los gastos necesarios e imprescindibles para poder
aplicar los ingresos a esas necesidades. Sólo con una planificación así se
podrá mantener un cierto control sobre la situación y evitaremos añadir
angustia a la situación en sí misma angustiosa.
Una vez que el problema aparece, cuanto antes se solicite ayuda
profesional psicológica, antes y mejor se solucionará el problema. Se trata de
un problema familiar y es más recomendable que toda la familia acuda a la
terapia para que el profesional oriente sobre cómo actuar con el paciente.
Aprendamos de nuestra propia historia evolutiva y seamos
positivos. Siempre habrá épocas de crisis de las hemos de salir aprendiendo y
fortalecidos. Dirijamos nuestros esfuerzos y estrategias hacia objetivos cortos
y seguros y dejemos el azar para tiempos mejores.
Un saludo para todos vosotros y en
especial para Carmen por su estupendo articulo de opinión.
Hasta pronto.
Que buen articulo, gracias por compartirlo.
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