Debemos concienciarnos de
la posibilidad de una recaída, pero no debemos obsesionarnos con esa
posibilidad, ya que de hacerlo, ese miedo frenaría la rehabilitación.
Tanto el enfermo como el
familiar en los primeros tiempos de rehabilitación se sienten agobiados ante la
posibilidad de una recaída. En algunos casos precisamente esa presión es la que
lleva al ludópata a recaer y al familiar a un interrogatorio constante al
enfermo que a la postre tiene las mismas consecuencias anteriores, sentimiento
de agobio, discusiones perfectamente evitables y recaída.
Entrar en esa espiral es
algo que se tiene que aprender a evitar, por medio de la asistencia a terapias
de grupo y con el seguimiento de las medidas preventivas. Dos pilares
fundamentales para una rehabilitación correcta.
Un exceso de celo, puede
llegar a ser tan peligroso como una pasividad absoluta, la posibilidad de recaída
es algo que siempre estará ahí, pero que se debe valorar en su justa medida,
acorde a cada situación y momento de la rehabilitación.
Hasta pronto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario