Tratado el 14/03/13.
Como es lógico para poder
poner remedio a algo, primero se debe saber identificar de que se trata y los
métodos para poder combatirlo. Por lo tanto acumular cuanta más información al
respecto es lo mejor y ese debe ser el primer paso a seguir.
Lo primero que debe
quedarnos claro, es que la ludopatía es una enfermedad crónica, progresiva y
recurrente, por lo tanto todas nuestras acciones deben ir encaminadas en busca
de una rehabilitación lo más intensa y extensa posible, puesto que al ser una
enfermedad crónica la curación total (al menos a día de hoy) es imposible.
Un ludópata no debe
limitarse a padecer la enfermedad y esperar que alguien busque una solución
para frenar sus consecuencias. Tiene ser él mismo quien se encargue de poner el
remedio pertinente para mantener aletargada en su interior la enfermedad, eso
solo se consigue cumpliendo de forma estricta una serie de medidas preventivas,
las cuales son comunes para todos y cada uno de los ludópatas. Además de estas
medidas preventivas generales, cada uno particularmente puede y debe
complementarlas con otras individuales y especificas para su caso en concreto,
dependiendo de sus propias circunstancias y características, por ejemplo: no
tiene las mismas necesidades quien trabaje fuera de su lugar de residencia, que
quien pueda estar más controlado por aquellos con quienes conviva o quienes
haya designado para ello.
Este tipo de medidas
individuales, suele ser conocido con el término “cerrar puertas a la
enfermedad” y cuantas más puertas se consigan cerrar, más pasibilidades se
tendrá de conseguir una rehabilitación óptima.
Todos aquellos que
pretendan servir de ayuda y apoyo al enfermo, deben a su vez tratar
de informarse
lo mejor posible de todo lo relacionado con la enfermedad y con las medidas
preventivas, esa es la mejor forma de poder ayudar de forma positiva, los
gritos, reproches y malos modos, no son precisamente lo más recomendable para
evitar que los enfermos tengan una recaída o dejen de pensar en el juego. Los
familiares deben aprender a convivir con el enfermo, eso incluye aprender las
medidas preventivas, seguir las específicas para los familiares y también
controlar en lo posible el cumplimiento de las normas por parte del enfermo.Los familiares no deben menospreciar los pequeños avances que enfermos vayan logrando, de forma que les ayude a subir en autoestima y de esa manera estar más receptivos a seguir trabajando día a día para lograr tan deseada rehabilitación.
Una buena rehabilitación
está en manos del enfermo, pero es cosa de todos intentar conseguirla de la
mejor manera posible.
Hasta pronto.