Cuando un jugador patológico,
está una temporada sin jugar ya sea por que haya empezado una rehabilitación, o
que por diversas circunstancias no tenga los medios y oportunidades para jugar,
es posible que sufra episodios de síndrome de abstinencia. Esto no es algo que
ocurra a todos los ludópatas ni en todas las ocasiones, pero lo que si es
cierto es que estos episodios se pueden presentar de múltiples formas y por
supuesto en distintos grados de intensidad.
En los casos en que el síndrome
de abstinencia se presenta con toda su virulencia, el afectado lo pasa
realmente mal y aunque el no jugar haya sido algo meditado y buscado, es
posible que pueda llegar a no ser capaz de resistir dichos ataques, que pueden
ser psíquicos, en forma de sensaciones imperiosas de jugar a toda costa, sin
poder quitarse del pensamiento la necesidad de jugar, sueños recurrentes en los que el juego es parte primordial... , físicos, tales como dolor
de cabeza, nauseas, vértigos, desazón y nerviosismo permanente unido a una
fuerte irritabilidad por cualquier cosa, o una mezcla de ambos.
Frecuentes cambios de humor
llegan a convertir su vida en una pesadilla y colateralmente la de quienes le
rodean, que tienen que sufrir esos cambios y en muchas ocasiones sin estar al tanto
de lo que sucede por desconocer la enfermedad ya que de todos es sabido que
esta enfermedad al igual que casi todas las adicciones, son enfermedades que podríamos
catalogar como vergonzantes, (que no vergonzosas) A nadie le importa decir a
alguien que acaba de conocer -disculpa pero casi no se me entiende al hablar,
por que estoy muy resfriado- pero sin embargo nadie dice de buenas a primeras a
un desconocido en sus primeras conversaciones y como si tal cosa –Yo he hecho
tal o cual cosa porque soy ludópata, o disculpa si te sustraigo alguna cosa,
pero es que soy cleptómano- Todos vosotros sois inteligentes y creo que entendéis
perfectamente lo que quiero decir. Es más que frecuente que no solo se le
oculte tal enfermedad a los extraños, sino también a la propia familia y
allegados hasta no poder mantenerlo por más tiempo oculto.
En ocasiones este tipo de
sensaciones tan solo de dan de manera ocasional y en baja intensidad, otras
veces no llega a producirse sensación alguna de abstinencia, o ésta es tan
pequeña que prácticamente pasa inadvertida por el propio ludópata.
También es verdad que en
ciertas ocasiones, la vida resulta tan trastocada en la etapa de
juego, que
cuando ésta cesa, tanto el ludópata como su entorno se centran tanto en su compostura
y rehabilitación, que si los síntomas de la abstinencia son absorbidos por
otras preocupaciones, digamos que más fragantes, ocupándose de ellas y restando
importancia a lo demás.
Hasta pronto.
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