Tratado el 17/11/2013.
La sinceridad y transparencia son dos cualidades de las
personas, que a todo el mundo le gustaría que el resto de la gente tuviese al
tratar con ellos. Sin embargo no todo el mundo es capaz de darse cuenta que
esto no puede ser así, si no es algo recíproco; si tú no eres sincero ni transparente,
malamente podrás exigir a los demás que lo sean contigo.
Esa segunda parte de la cuestión se multiplica a cuotas estratosféricas,
cuando se aplica a la relación que mantiene un ludópata con el resto de la
sociedad y más específicamente con sus familiares y gente cercana.
El ludópata a lo largo de su etapa de jugador, para
conseguir dinero, tiempo y cuartadas para esconder su actividad como jugador,
se ve obligado a mentir una y otra vez. Mentiras que a su vez llevan a otras,
que a su vez llevan a otras más, terminando en una vida en la que todo es
mentira, prácticamente hasta su propia existencia, puesto que de no parar a
tiempo llegan a convertirse prácticamente en personas irreconocibles a las que
eran antes de que el juego arrasara su vida como un tornado, destruyendo todo
lo que tocan.
Al comenzar la rehabilitación, necesitan un tiempo de adaptación
digamos al mundo real, ese que tiempo atrás abandonaron para sumirse de lleno
en su mundo de fantasía; siempre soñando con grandes premios, que les permitiría
vivir a lo grande, rodeados de lujo y sin preocuparse de nada, aparte de
satisfacer sus caprichos.
Están tan obsesionados con ese mundo fantástico que crearon
en base a una mentira tras otra, que ahora al tratar de abandonarlo y centrarse
en el mundo real, no saben vivir sin mentir por cualquier cosa, aunque no venga
a cuento ni hiciese la menor falta, tan solo se dejan llevar por la costumbre y
los hábitos adquiridos en su etapa de jugador.
Es curioso observar que cuando empiezan la rehabilitación y alguien
duda de su palabra, se sienten atacados y ofendidos digamos,… más allá de lo
normal, tratando de imponer su veracidad con enfados y broncas, en vez de razonando
y justificando las cosas tranquila y sosegadamente, sin pararse a pensar que
tanto sus familiares como el resto de su entorno también necesitan de un tiempo
de adaptación a la nueva situación y que este tiempo será más largo en tanto en
cuanto el ludópata no de señales positivas de cambio.
Por otra parte el familiar si quiere ayudar a que este cambio se
produzca lo antes posible,
es necesario que asuma y entienda que debe hacer lo
posible por que su enfermo cumpla las medidas preventivas en todo momento y
ocasión, ser comprensivo con él no quiere decir ser permisivo y dar “vía libre”
a todo lo que el enfermo proponga o haga. Existen ciertas limitaciones y
obligaciones para el enfermo sobre todo en fase inicial. Si el familiar
consiente que superen esos límites, no solo no le están ayudando, sino que
están generando en él una falsa sensación de que todo vale y todo está bien,
retrasando por tanto la rehabilitación del enfermo y la estabilidad y
tranquilidad familiar.
Para conseguir esa integración, estabilidad y tranquilidad
por parte de todos, contamos con una magnifica herramienta, muchas veces olvidada
o poco usada
LA COMUNICACIÓN, pero la comunicación con mayúsculas, no
simplemente hablar de banalidades que no llevan a ninguna parte y por el
contrario esconder dentro de nosotros lo que realmente importa: nuestros
sentimientos y necesidades cotidianas.
Hasta pronto.
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