jueves, 17 de enero de 2013

Chantaje emocional.



Tema difícil, (como la mayoría por otra parte) complicado para ponerse de acuerdo en conjunto, pues si bien es verdad que en algunos aspectos puede haber consenso, lo cierto es que a medida que se profundiza un poco siempre salen ciertas excepciones que tal vez no lo sean tanto.
La verdad es que para toparse con la práctica del chantaje emocional, no es necesario entrar en el tema de la ludopatía, pues en la vida en general se da con más frecuencia de lo que parece. Desde nuestra más tierna infancia aprendemos a convivir con ello, véase cuando para obligar a que nuestros hijos hagan los deberes del colé les decimos "si no haces los deberes te castigo con esto o lo otro" y también en el sentido contrario "si haces bien los deberes te compro esto o lo otro" y por parte de los propios niños tampoco van a la zaga "si apruebo el examen me llevas al cine, o me compras tal o cual."
De esta manera aprendemos a utilizar el chantaje a nuestro antojo y por supuesto para beneficio nuestro.
Esta practica como no podía ser de otra manera también se encuentra en la ludopatía, y a pesar que se dice que los ludópatas son unos maestros en el arte del chantaje emocional (cosa que no dudo) los familiares tampoco nos quedamos atrás. Yo al menos debo confesar que lo he utilizado en ciertas ocasiones y como todo aquel que lo utiliza siempre con motivos más que sobrados (desde mi punto de vista, claro.) Cuando decía a mi esposa ¡Si no vas a la asociación, hasta aquí hemos llegado! o también ¡al final, como sigas así tendré que ir con tus hijos a visitarte a la cárcel! Si, ya se que nunca debí decir cosas así, pero la verdad es que lo hice y algunas peores aún, y es que la desesperación es lo que tiene, cuando no ves una salida te agarras a cualquier cosa con tal de hacer entender a la otra persona que ya esta bien, que estas harto de aguantar que necesitas ver algún tipo de cambio en el o ella, y que por lo tanto estas dispuesto a hacer cualquier cosa con tal de conseguirlo.
Supongo que por parte del enfermo, y mientras este no asuma que lo es, cuando lo utiliza, es por no encontrar tampoco otra salida para conseguir sus fines. Otra cosa distinta es cuando llevando un tiempo en rehabilitación se escuda en su enfermedad para, digamos dar cierta pena y que no se le tengan en cuenta ciertos tipos de conducta.
Hasta pronto.

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