En mi opinión el síndrome de abstinencia es algo por lo que pasan todos los adictos sean del tipo que sean. Por supuesto y como cada persona es diferente aunque la enfermedad sea la misma, los síntomas se expresan en diferente forma y magnitud.
Hay quien dice “yo nunca tuve síndrome de abstinencia.” Para esos cabe recordar que es el síndrome y cómo puede llegar a expresarse:
El síndrome de abstinencia tiene lugar en el individuo cuando este deja de acceder a aquello a lo que es adicto. Este parar en la adicción puede ser llevado a cabo de forma voluntaria o involuntaria. Independientemente del modo en que se lleve a cabo el abandono momentáneo o continuo de aquello que a uno lo vuelve adicto, siempre aparece de una manera u otra un estadio que es conocido como el síndrome de abstinencia y que es quizás el más difícil de sortear en el camino a la rehabilitación plena.
El síndrome de abstinencia supone un sinfín de síntomas tanto físicos como psicológicos o emocionales que la persona sufre ante el abandono de aquello a lo que es adicto (una droga, el alcohol, el tabaco, el café, el juego o las apuestas, el sexo, el trabajo, etc.). Toda adicción supone una entrega casi total y permanente a ese elemento o actividad, su abandono repentino implica ciertas alteraciones que tienen que ver con la adaptación brusca a la falta del mismo. Los síntomas más comunes del síndrome de abstinencia, que se repiten en la mayoría de los casos independientemente del tipo de adicción, son la ansiedad, el nerviosismo, la inquietud, la hiperquinesis o la incapacidad para permanecer quieto, el stress, etc. En casos particulares, otros síntomas como las alucinaciones, las migrañas, la deshidratación también se hacen presentes.
Seguramente esa necesidad por andar recorriendo los pueblos, en otros casos dormir más de lo habitual, apuntarse a un gimnasio, retomar aficiones perdidas como la lectura, o realizar cualquier otro tipo de actividad para mantener alejado el cuerpo y la mente de la adición de cada cual, es la forma personal de combatir dicho síndrome. Quién sabe si de permanecer quieto en casa sin dar esos paseos, y a pesar de pensar no estar sufriendo ningún tipo de ansiedad (que a fin y a cabo es lo que representa el síndrome) esa persona se hubiese subido hasta por las paredes, enfocando su mal estar en un mal humor que a buen seguro pagarían los más cercanos en cuanto se le hiciera la más pequeña objeción. Por lo tanto reconocer las cosas no implica nada malo, sino todo lo contrario al haber sido capaz de encontrar el medio de minimizar los síntomas y pasar ese periodo de la mejor forma posible.
Eso forma parte de la rehabilitación, y precisamente por eso se recomienda el cambio de hábitos y la búsqueda o recuperación de aficiones tanto nuevas como abandonadas con anterioridad, porque nos ayudan a quitarnos un estrés que podría incitarnos a la recaída.
Hasta pronto.