Personalmente el principal logro que estamos consiguiendo es la confianza entre los miembros de la familia.
Algo que nos faltaba desde hace mucho tiempo, y que nos ha llevado a frecuentes discusiones que podrían haber sido fácilmente evitables si nos hubiésemos tomado más en serio la enfermedad desde el principio.
Pero que le vamos a hacer, los humanos somos así, parece que solo aprendemos a base de porrazos estúpidos y además muchas veces reincidentes. El gran ego con el que cargamos es un lastre difícil de controlar, nos encanta pensar que nosotros somos diferentes a los demás y que sabremos controlar cualquier tipo de situación por nosotros mismos, sin ayuda de nadie. Y eso que hasta cierto punto está bien pues te da seguridad y autonomía, cuando se lleva a situaciones extremas nos convierte en tremendamente vulnerables, porque con tal de no dar nuestro brazo a torcer, somos capaces de caer en lo más profundo.
Si algo se debe aprender desde que se entra a formar parte de una asociación, para el comienzo de una buena rehabilitación, es a darnos cuenta de que las experiencias aportadas por los demás miembros de ella, deben de servirnos a nosotros para no caer en los mismos errores.
Es cierto que todas las personas somos únicas e irrepetibles, pero también lo es que la ludopatía es igual para todos, y que hasta donde se llegue con ella tan solo es cuestión de tiempo.
Resulta curioso ver la cantidad de personas, (ludópatas o no) que dicen que ellos, o sus acompañantes nunca llegarían a ciertos extremos sin pararse a pensar que otros, seguramente estarán diciendo o pensando lo mismo con respecto a ellos. La realidad es que las digamos “locuras” que cometen otros, y que nos parece que nosotros no seriamos capaces de cometer bajo ningún tipo de pretexto o condicionamiento, cuando se pierde el control hacia algo y una adición nos domina por completo, cualquier cosa, hasta la más terrible y despreciable es posible.
Seamos listos y aprendamos también de los errores y aciertos ajenos. Como decía mi madre con esa sabiduría que da la edad y experiencia en la vida “Vale más un porsiacaso que cien penseques” y es que las lamentaciones tardías no valen de nada, en ciertas cosas como en esta enfermedad por ejemplo, es mejor ir despacito siendo prudente, que ser alocado/a y perder en un momento lo que tanto esfuerzo y tiempo nos cuesta conseguir a todos.
Hasta pronto.
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