jueves, 16 de mayo de 2013

Sentimientos de culpa.


Tema tratado anteriormente el lunes 05/11/12.

Va llegando gente nueva a la asociación, con sus mochilas cargadas de sentimientos. Pero los problemas que les trae a la misma son los de siempre, cambia el tipo de juego, cambia el medio en que se practica ese juego, últimamente cambia también la edad de entrada y ahora suelen ser cada vez más jóvenes a causa de internet y las nuevas tecnologías, pero como digo sus problemas y los de sus acompañantes son los de siempre.

Cuando se habla de mentiras, broncas, o de cualquier otro mal comportamiento o incluso de los buenos, estamos hablando de algo que podemos decidir por nosotros mismos, decidimos si mentimos o no, si discutimos o no, si hacemos las cosas bien o no…, pero el tema de hoy al tratarse de un sentimiento escapa de nuestro control por completo.
Tanto se trate de los enfermos como de los familiares o acompañantes, el sentimiento de culpa es algo que se tiene o no de forma involuntaria, en el que un gran peso cae sobre nosotros, en el que también interviene el grado de involucración que se tenga con la enfermedad, a quien no le importe lo que pueda sentir o pasar un/a ludópata lógicamente no se sentirá culpable de nada de lo que le ocurra a éste.

Algunos enfermos durante su periodo de máxima actividad en el juego tienen los sentimientos tan embotados que tampoco se lo llegan a plantear tan siquiera, siendo más tarde y cuando comienzan una rehabilitación, cuando los tienen.
En otras ocasiones se disfrazan con otros tipos de sensaciones y se dice “yo no tengo ni he tenido sentimientos de culpa, lo que siento es que no tuve la suficiente madured y cordura como para evitar caer” “yo lo que siento es vergüenza por lo que llegué a hacer” “de haberme dado cuenta antes hubiese podido hacer…” en fin, todo un cúmulo de sensaciones que al fin y al cabo lo que indican es una serie de cosas que pensamos que tal vez pudieron ser de otra manera y por un motivo u otro no lo fueron, quedándonos una sensación de “quién sabe si hubiera hecho esto o lo otro, lo hubiese evitado”.

Con la asistencia a las terapias y el trabajo realizado en ellas adquiriendo información sobre la enfermedad y poniendo los remedios necesarios para atajarla (medidas preventivas o principios de conducta) estas sensaciones de culpa, van desapareciendo al comprender que todo lo ocurrido son las trágicas consecuencias de la enfermedad, una enfermedad que nadie quiere contraer, y que una vez que se padece en muchas ocasiones se trata de minimizar auto convenciéndonos de que no es tal y la situación está controlada.
La asistencia a las reuniones de grupo y una buena rehabilitación, poco a poco ponen las cosas en su sitio, permitiéndonos disfrutar de una vida plena y sin este tipo de sentimientos.
Hasta pronto.

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