Un
ludópata nunca podrá curarse, ya que la ludopatía es crónica, pero si,
rehabilitarse. Considero a un ludópata rehabilitado cuando es capaz de realizar
una vida completamente normal, sin incluir en ella juegos de azar o apuestas, de
ningún tipo y que esté, siguiendo unas medidas preventivas acordes a su grado
de rehabilitación, ya que estas no se deben abandonar nunca por completo.
Un ludópata rehabilitado no
debe sentir mas que indiferencia hacia el juego; ser consciente de que éste va
a estar de continuo a su alrededor en su vida social, pero que él no debe bajo
ningún concepto participar de el.
Llegar a ese estatus no
es algo fácil, ni gratuito. El ludópata debe invertir para ello varios años de
su vida y sobre todo mucho trabajo y esfuerzo mental puesto que las tentaciones
siempre estarán presentes y sobre todo en los comienzos de la rehabilitación
estas serán constantes y más fuertes.
A medida que vaya ganando seguridad en si
mismo/a al cumplir de forma estricta con las medidas preventivas, las
tentaciones cada vez se van espaciando más en el tiempo e intensidad, seguir las
normas o medidas preventivas poco a poco se va convirtiendo en un hábito y por
lo tanto estas son más fáciles de seguir, a la par y con ello, también le ira siendo
más fácil eludir esas tentaciones.
A lo largo de toda esa
trayectoria, el familiar también debe cumplir su parte en el seguimiento de las
normas, estar pendiente de las evoluciones del enfermo tanto positivas como
negativas y evitar a su vez exponerlo a más situaciones de riesgo, de las ya de
por si comunes en el día a día del enfermo.
Pretender por parte del familiar que el enfermo haga tareas o se enfrente a situaciones para las que aún no esté preparado, es un gran error que puede tener graves consecuencias en la trayectoria de la rehabilitación y que demostraría que el familiar no entiende el proceso de rehabilitación que debe seguir un ludópata y sus familiares o acompañantes.
Es frecuente que después de
poco tiempo en rehabilitación, tan solo unos meses; tanto enfermos como
familiares se encuentren “bien y contentos” estas sensaciones son hasta cierto
punto lógicas… no se juega, se ha descargado en gran parte la mala conciencia
al contar todo y decir la verdad, se van viendo cambios positivos en las
actitudes de ambas partes… claro que se sienten bien y contentos. Pero eso que tiene
su parte positiva también conlleva un peligro, el exceso de confianza y por lo
tanto el prematuro relajamiento en el cumplimento de las medidas preventivas.
Esta enfermedad requiere
de gran esfuerzo y mucho tiempo para su rehabilitación, intentar buscar atajos
para lograrlo tan solo nos llevará a grandes fracasos, desilusiones y recaídas.
La mejor garantía para lograr una buena rehabilitación es el cumplimiento de
las medidas preventivas, la asistencia de forma regular a reuniones de grupo,
la ayuda profesional en caso de ser necesario y el apoyo de los familiares y
amigos. Siguiendo estas pautas no lo dudéis, la rehabilitación es posible y
muestra de ello son los miles de ludópatas que ya lo han logrado y disfrutan de
una vida feliz y sin ataduras.
Hasta pronto.
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