Tema tratado el
03/02/2013.
Dos cualidades que a
decir verdad deberían reflejarse en cualquier situación, aunque obviamente en la
sociedad en la que vivimos en general suelen escasear bastante. Mucho más en la
vida de un ludópata en activo, el cual convierte su vida en un caos total, aliñándola
por doquier con abundantes toques de mentira y opacidad, llegando a un punto en
el que ni ellos mismos son capaces de discernir en ocasiones entre lo falso y
lo real. Creando un mundo paralelo y virtual del que ellos son el centro y en
el que todo gira a su alrededor, o mejor dicho alrededor de la diosa fortuna,
si ésta, ese día les ha sonreído todo les parece perfecto y maravilloso, pero
en caso de no ser así, que es lo habitual, todo se torna oscuro, tan oscuro
como su carácter, haciéndoselo pagar a quien tenga la desgracia de cruzarse en
su camino, habitualmente algún familiar y seguramente la persona más querida
para ellos, pero en esos momentos eso no importa, es más, eso tan solo aumenta
sus ansias de gresca y de querer culpabilizar a alguien de lo que en su fuero
interno saben que son únicos responsables.
De ahí que a la menor pregunta o mirada inquisitoria
se lancen contra su “enemigo” con vehemencia, enviando andanadas de mentiras y
más mentiras intentado con ellas tapar sus negras conciencias.
Este proceder, el de las
mentiras, se va convirtiendo en su forma de vida habitual, empezando por unas
pequeñas seguidas de otras mayores para tapar las primeras y acto seguido unas
mayores aún, una rueda interminable que acaba por convertirles en mentirosos
compulsivos; ya no se miente para tapar nada, se miente porque si, porque es lo
normal en sus vidas.
Este hábito no es nada
sencillo de erradicar y por eso, aún estando en rehabilitación es necesario el
paso de mucho tiempo y emplear mucho trabajo, para revertir esa conducta
volviendo a la sinceridad y transparencia, es curioso como aún después de un
tiempo haciendo las cosas bien y sin tener nada que ocultar, de repente sale
alguna pequeña mentira, tal vez inocente y sin mala intención o incluso esas
llamadas “piadosas” que supuestamente se dicen para no hacer sufrir a alguien y
que suelen conseguir si son descubiertas todo lo contrario, acrecentando en
quien van dirigidas, la inseguridad y desconfianza hacia la otra persona, al
pensar que ya está otra vez con la misma actitud que en tiempos pasados.
Por parte de los
familiares, que viven con el temor a una vuelta a situaciones anteriores, también
se dan casos en los que se generan situaciones de ocultación y mentiras, con el
fin de que el ludópata sea ajeno a situaciones de supuesto riesgo, ese fue mi
caso en particular, en el que durante largo tiempo intente ocultar nuestra
situación económica a mi esposa, poniéndola siempre peor de lo que ya de por si
estaba, puesto que en ocasiones anteriores al conseguir superar situaciones económicas
adversas, volvían a reproducirse recaídas con episodios de juego y toda la
misma situación pasada.
En las asociaciones se
enseña tanto a los enfermos como a los familiares o acompañantes, que
situaciones y conductas de ese tipo no hacen más que retrasar una buena
rehabilitación. El enfermo debe mentalizarse de que ese tipo de conductas solo
le traen malas consecuencias y el familiar por supuesto también, ya que ese
tipo de prácticas no solo no ayuda, sino que retrasa mucho la rehabilitación
del enfermo y sobre todo que para pedir algo de los demás, la mejor manera de
obrar es predicar con el ejemplo.
Hasta pronto.
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