jueves, 26 de septiembre de 2013

Cerrar puertas a la enfermedad.


Tratado el  06/05/2013

Esta cuestión es uno de esos puntos en los que creo que por más que se debata, nunca llegaremos a ponernos de acuerdo enfermos y familiares, ¡qué digo yo, entre enfermos y familiares! No solo eso, sino que tampoco hay consenso entre los mismos familiares, en enfermos la cosa parece más clara, “yo tengo la enfermedad, se trata de mi vida… luego soy yo quien decido que hacer, como hacerlo y cuando. Ahora bien, como ya he dicho en otras ocasiones y yo como familiar ¿qué?

  • ¿Debo cruzarme de brazos y esperar que al ludópata se le encienda la bombillita y de los pasos adecuados para su rehabilitación?
  • ¿Y si no llega nunca ese momento qué?
  • ¿Me limito a seguir esperando pacientemente, mientras su vida y la mía se van al garete?
  • ¿El familiar no tiene derecho a tratar de mejorar su calidad de vida?

No nos olvidemos que dentro de la unidad familiar o de pareja, tanto las actuaciones, la pasividad, como la falta de éstas de unos, influyen directamente en los otros; En la forma de actuar, pensar, sentir… en la vida en general.
Cuando oigo expresiones por parte de un familiar del tipo:

-         Es que yo no puedo hacer nada por evitar las situaciones de riesgo.
-         Dado su trabajo no puedo controlarle, si él quiere puede engañarme cuando quiera y yo no me daría cuenta.

En esos casos como he dicho antes, yo pregunto ¿Tiramos la toalla y ya está? ¡¡¡No!!! Me niego en rotundo ha hacer tal cosa, si nosotros tiramos la toalla; en ocasiones el enfermo no se decide a dar ese primer paso, hasta que es demasiado tarde para seguir manteniendo esa vida en común, viniendo después las lamentaciones, “si hubiese hecho las cosas de otra manera…” Pues hagámoslas señoras y señores ahora que aún estamos a tiempo.
Por supuesto que hay muchas cosas que el familiar puede hacer, que aunque a priori parezcan inútiles, porque si el enfermo no quiere poner de su parte no servirán de mucho, no por ello debemos de dejar de hacerlas; forman parte de las medidas preventivas y por lo tanto debemos cumplirlas, puesto que es parte de nuestro cometido para la rehabilitación del enfermo. Lo que si es seguro, es que dejar de lado nuestras “obligaciones” de prevención y motivación, porque pensemos que no servirán de mucho, si el enfermo no quiere; es algo que o beneficiara a nadie, salvo a la enfermedad que tendrá más puertas abiertas al caos.
De estar escribiendo éste comentario mi madre en mi lugar, a buen seguro diría algo como -más vale un día colorada, que ciento encarnada- La pasibilidad es el peor camino que podemos escoger, dialoguemos buscando un acercamiento de posturas y comprensión mutua. Pero sea como sea y en cualquier caso, hagamos lo que esté en nuestra mano, por poco que nos parezca siempre será mejor que nada.

Hasta pronto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario