Tratado el 20/01/2014.
Últimamente vengo notando que en ocasiones, los familiares
tienden a confiarse en extremo al poco tiempo de empezar a asistir a la
asociación. Normalmente esa tendencia ha sido más propicia de los enfermos, que
después de dos o tres meses de abstinencia, ya se creen capacitados para hacer
y deshacer a su antojo las medidas preventivas; en este caso, del control del
dinero.
Quienes llevamos cierto tiempo en la asociación por lo
general ya somos conscientes de que eso no es así ni mucho menos, de hecho tras
esos pocos meses de asistencia el riesgo suele aumentar debido al exceso de
confianza. Valorar en su justa medida lo conseguido hasta el momento, es algo
fundamental en la rehabilitación; dado que una euforia ante lo conseguido por
nuestra parte puede dar al traste con lo logrado en ese poco tiempo.
Cierto es que si el enfermo no se pone las pilas y pretende
hacer caso omiso a todas las recomendaciones siguiendo con su vida habitual,
sin cambiar hábitos y costumbres, de poco o nada, sirven los esfuerzos por
parte de los demás, ya que todos sabemos que tienen mil y una manera de
conseguir dinero fuera de control o saltándose las medidas preventivas. Pero a
pesar de ello los familiares debemos cerrar todas las puertas posibles a
nuestro alcance y no por ello una vez cerradas confiarnos en exceso, lo ideal
es que a pesar de haber cerrado esas puertas, de vez en cuando, repasarlas otra
vez por si acaso algo se nos hubiese pasado por alto, o por si en algún intento
de quebrantar esas medidas por parte del enfermo, hubiese tenido algún
resultado en alguna de ellas.
Lo que sí debe quedar claro, es que una vez detectado un contratiempo
en alguna de esas medidas tomadas, como por ejemplo el acceso a dinero por
parte del enfermo de una cuenta mancomunada, sin el consentimiento ni firma de
la otra parte, nunca y digo nunca; eso debe quedar así. Se debe llegar hasta el
fondo de la cuestión y presentar las debidas reclamaciones en la entidad en
cuestión, eso además de por supuesto, exigir la devolución íntegra e inmediata de
la cantidad entregada de forma incorrecta, puesto que si se mancomuna una
cuenta es por algo y no tan solo porque quede bonito. Pensad por un momento si
fuese en caso contrario que haría la entidad, seguro que demandaría a quien hubiese
cometido tal incorrección y le pediría daños y perjuicios en forma de intereses;
por lo tanto no se debe tener ningún tipo de reparo en hacer lo propio con
ellos. Además ¿qué tipo de lectura podría sacar el enfermo, si después de ese
hecho no hubiese consecuencias? Lo más seguro es que viese la puerta abierta
para futuros intentos por su parte.
También me gustaría dejar claro que cuando se dice que el
enfermo tiene que tener sus necesidades cubiertas, no se refiere por supuesto a
cualquier tipo de capricho y mucho menos a seguir manejando dinero a sus
anchas, los familiares debemos ser conscientes que el dinero excesivo y sin
controlar en manos de un ludópata, es lo mismo que tener las puertas del juego abiertas
de par en par. Controlar a una persona adulta por parte de otra es una labor
difícil, molesta, engorrosa y altamente estresante, pero también y por
desgracia, totalmente necesaria si queremos ayudar a nuestro enfermo de forma
correcta y eficaz. Dejarnos convencer por cantos de sirenas, amenazas o
cualquier otro tipo de chantaje emocional, para ser más permisivos en este
aspecto, viene a ser prácticamente lo mismo que asegurar una pronta recaída.
En cuanto a los enfermos, poco más que añadir, salvo que si
no dejan realizar esa tarea al familiar,
facilitándoles ese trabajo en lo
posible, por mucho que quieran seguir engañándose a ellos mismos, mal camino
les espera… sobre todo desagradable para todos.
Hasta pronto.