Tratado el 03/10/2013.
Volvemos a las mismas que con el tema de los sentimientos de
culpa, se da más frecuentemente de lo que parece el caso de quienes dicen no
haber pasado por ese trance, pero que sin embargo a medida que van exponiendo
su testimonio, se desmienten a sí mismos. Creo que el problema radica en la
forma de entender lo que se puede considerar como síndrome de abstinencia,
propiamente dicho.
Cuando comentan:
«Yo no he tenido síndrome de abstinencia y no me ha costado
mucho trabajo dejar de jugar,… para más tarde y entre medias de la misma
intervención decir: en ocasiones estaba nervioso sin motivo aparente,
discutiendo por cualquier cosa,… pero eso no tiene nada que ver con que estuviese
dejando de jugar y cambiando hábitos y costumbres…»
Yo me pregunto ¿A eso cómo se le debe llamar entonces? Me parece
que justo a cosas de ese tipo es a lo que se denomina síndrome de abstinencia,
pero bueno allá cada cual, el que no lo quiera entender o se trate de autoconvencer
de algo, ya sabrá lo que hace.
También existe otro tipo de conducta, esa de quien dice no
sufrir ningún tipo de trastorno o abstinencia y que lo lleva genial; pero eso
sí, sigue llevando dinero encima, sus tarjetas, no pide tickets, no rinde
cuentas de prácticamente nada,… vamos que no lleva control alguno. Seamos
sensatos por una vez al menos, por supuesto que de esa forma no tiene, ni
tendrá síndrome de abstinencia alguno, pero más que nada porque si sigue
llevando el mismo tipo de vida no tiene por qué tenerlo; lo que sí es más que
fácil que tenga no tardando mucho, es una sonora recaída; pero eso es otra
historia, de la que en realidad lo que no entiendo bien, es al familiar ¿Para
qué demonios va a las reuniones, si después no intenta al menos hacer cumplir
lo que en ellas se dice a su enfermo?
Si en las terapias se dice una y otra
vez, que la labor del familiar o acompañante, precisamente es la de controlar y
hacer cumplir en lo posible las medidas preventivas al enfermo y eso no lo hace
¿Acaso va a las reuniones para pasar el rato? ¡Jopilines! (por si lo lee algún
menor) Los familiares acudimos a estas reuniones para algo, y no es solo el
enfermo quien tiene que abrir los ojos a la realidad. Va siendo hora de que también
los familiares espabilemos, de no hacerlo así no ayudaremos a nadie, al
contrario en la mente del enfermo podemos crear la falsa ilusión, de que si no
le ponemos los puntos sobre las íes, es porque está haciendo las cosas bien, no
motivándole por lo tanto a realizar el cambio de actitud que tanto necesita.
Las terapias de grupo son una poderosa herramienta para
conseguir la rehabilitación del ludópata, pero solo son eficaces si cumplimos
en nuestra vida cotidiana, las medidas preventivas que en ellas se nos
muestran.
Hasta pronto.
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