Tratado el 14/11/2013.
La terapia de ayer miércoles empezó de forma un tanto
peculiar y turbulenta, debido a un mal entendido ocurrido en una terapia
anterior; después de aclarado ese punto entre las partes pasamos a lo que fue el
tema del día, los llamados “juegos sustitutorios”.
Al parecer seguimos sin
definir del todo bien que son y en qué consisten dichos juegos.
A mi modo de entender (no sé si será el correcto o no, pero
así es como yo lo entiendo) juegos sustitutorios son aquellos juegos a los que
el ludópata en proceso de rehabilitación juega, sin importar si conllevan
apuesta o no, para tratar de canalizar el estréss al que está sometido al dejar de
practicar, su juego o juegos favoritos y las apuestas que han generado su
ludopatía. Estos juegos pueden ser efectuados en solitario o en grupo y en
realidad no importa lo inocentes que puedan llegar a parecer, si al ludópata le
causan algún tipo de nerviosismo o pérdida de control sobre ellos, como puede
ser el enfadarse si no gana, jugar insistentemente o dejar de hacer otro tipo
de cosas por practicar ese juego en cuestión.
Que un ludópata en su fase de jugador en activo cambie de
juego o practique varios a la vez, no tiene nada que ver con los juegos
sustitutorios, simplemente ese o esos juegos es lo que en ese momento llena la
mente del enfermo de ludopatía, que en ese momento no busca sustituir nada
sencillamente juega.
El ludópata no siempre recurre a este tipo de juego y
conducta, pero cuando ocurre es algo que los familiares debemos aprender a
distinguir y detectar. Situaciones tan inocentes, como que un niño quiera jugar
al parchís o a un videojuego, con su papa o mama ludópata para entretenerse,
no tienen que confundirse con que sea ese padre o madre ludópata, quien insista
ante su hijo para jugar una y otra vez a ese juego y menos si se observa que se
irrita en exceso cuando pierde.
Por poner un ejemplo real, diré que mi esposa sí tuvo
durante un tiempo un juego sustitutorio; este juego era el Mahjong (si ese de
fichas chinas parecidas a las del dominó, en el que se tienen que juntar las
parejas en un tiempo estipulado). Ella jugaba en el ordenador, delante de mí y
de los demás miembros de la familia, de hecho algunas veces jugaba yo con ella,
¿por qué? Pues porque como era un juego tan inocente, no apostaba nada y además
lo hacía en casa, yo estaba tan tranquilo, es más diría que estaba contento al
pensar que mientras estuviese haciendo eso no prepararía ninguna de las suyas.
¿Qué fue lo que pasó? Pues paso lo inevitable en la mente de un ludópata, cada
día necesitaba más y más tiempo de juego, y se cabreaba más y más, si no era
capaz de ganar la partida en tiempo récord, llego el momento en que me asustó su
comportamiento y sus reacciones cuando la interrumpías del juego o distraías,
llegando a tal punto que tuve que optar por borrar dicho juego del ordenador.
¿Qué conclusiones se pueden sacar de esto? La más acertada
es que tanto ella como ludópata, como yo como familiar, no actuamos
correctamente al no cumplir concienzudamente las medidas preventivas, una de
las cuales indica que un ludópata en rehabilitación no debe jugar a ningún tipo
de juego de azar. Que sobre todo durante el primer periodo de rehabilitación lo
mejor es que no juegue a nada, sean juegos de azar, habilidad, o lo que sea; y
menos si se observa que cuando lo hace su carácter se altera lo más mínimo.
también indica que si
el familiar ve cualquier tipo de síntoma negativo en su práctica por pequeño
que sea, que no lo obvie, ni trate de minimizarlo tal hice yo; puesto que las
consecuencias que algo así puede acarrear a posteriori para todos a nivel de
culpabilidad, son demoledoras.
Además que tal y como me gusta decir, si vamos a una
asociación de autoayuda para aprender que hacer y que no, y más tarde no
cumplimos lo aprendido ¿Para qué demonios vamos?
Hasta pronto.
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