viernes, 22 de noviembre de 2013

Seguridad en uno mismo y autoconfianza.


Tratado 28/04/2013.

Ambas cosas deben ser metas a conseguir en una rehabilitación, con la ventaja de que una lleva a la otra, facilitando con ello las cosas. Ahora bien, se debe tratar de que estas sensaciones sean realistas y no producidas por la fantasía de una mente acostumbrada a volar alocadamente.

¿La seguridad en uno mismo es algo bueno? Si, pero en su justa medida y a su justo tiempo.

Como dije en el comentario anterior sobre este mismo tema, para conseguir tal cosa se debe trabajar con empeño y duramente, durante mucho tiempo, no es algo que se consiga así por las buenas de repente y tan solo por hacer un par de cosas bien, creer algo así podría llevarnos a grandes problemas, motivados por una falsa autoconfianza en nosotros mismos y nuestras posibilidades reales en ese preciso momento de la rehabilitación.
Cosas como esa, motiva frecuentemente abandonos precipitados de las terapias, dejar de cumplir medidas preventivas, relajar las que se siguen cumpliendo,…
Todo un extenso plantel de posibilidades que más tarde se tornan en lamentaciones tras una recaída.
Llegar a una asociación pensando que se es el peor ser del mundo y en dos días pensar
todo lo contrario, es claro síntoma de tener una mente fantasiosa típica de jugador, que dependiendo del azar y si la combinación que sale en una apuesta es favorable o no, cambia rápidamente de una situación al extremo opuesto. Esa forma de razonar y actuar debe ser corregida mediante el trabajo diario y la aplicación de las medidas preventivas.

Por supuesto en esto también debe tomar parte activa el familiar o acompañante que quiera prestar una ayuda real, ¿Cómo? No confiándose en exceso con los pequeños logros conseguidos, estos se deben valorar, disfrutar y estimular para que vayan en aumento, pero sin bajar la guardia precipitadamente puesto que en ocasiones el enfermo comienza la rehabilitación, o mejor dicho la abstinencia para eso precisamente, conseguir que el familiar se relaje y volver a las andadas, si el familiar permanece atento y sigue cumpliendo las normas al pie de la letra, puede influir en dar el tiempo necesario al enfermo para ver con mayor claridad las cosas y empezar una rehabilitación propiamente dicha, por convencimiento, por él, no para salvar un expediente y hacer olvidar de forma ficticia ciertas cosas.

Ahora, fustigarse una y otra vez con los errores cometidos en el pasado, tampoco es para nada conveniente puesto que puede retrasar la rehabilitación al no permitir desarrollar la iniciativa propia, dejándose llevar por los demás y los acontecimientos.

Debe quedar claro que una rehabilitación no es vivir continuamente en el ostracismo sino todo lo contrario, vivir participando activamente en todo como cualquier otra persona, a excepción del juego de azar y apuestas, que deben quedar apartados por completo y en cualquiera de sus múltiples facetas, de la vida de todo ludópata en rehabilitación.

Hasta pronto.

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