Tema tratado el 15/07/2013.
El problema de la
inmadurez en el caso concreto a la
ludopatía, viene dado en que si a la emoción
del juego y las apuestas, que ya son algo de por sí aditivos; se unen una serie
de circunstancias tales como la posibilidad de jugar, (hoy en día casi en cualquier
momento y lugar) la digamos mala fortuna de obtener premios en los primeros
episodios de juego, le añadimos un carácter un tanto inmaduro, el cóctel
formado se vuelve tremendamente explosivo y es mucho más posible que la adicción
esté servida.
Tal y como expresé en la
anterior vez que tratamos este tema, se puede ser inmaduro en ciertos aspectos
de nuestra vida y en cambio ser concienzudos y responsables en otros muchos,
como en el trabajo, con la familia y otras cuestiones. Lo malo de esto, es que
una vez adquirida la ludopatía, ya no solo dependemos de nuestra voluntad,
deseo y fuerza de carácter.
Desde ese mismo momento es la adicción quien cada
vez con más intensidad, empieza a dominar y manipular, las acciones del
afectado; potenciando su inmadurez, empujándole cada vez más y más, a la
perdida total del control en sus acciones respecto al juego, llegando a las
consecuencias que por desgracia todos sabemos: mentiras y más mentiras, broncas,
dejadez en buena parte de sus obligaciones, pequeños y no tan pequeños hurtos y
robos… En fin, la hecatombe hasta caer en el fondo del pozo y no tener más
remedio que afrontar lo que pasa, o que alguien les obligue a ello.
Hasta pronto.
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