Tratado el 08/07/13.
Cuando se llega a la
asociación, tal y como no puede de otro modo, se arrastra un cúmulo de
consecuencias desagradables a causa de la ludopatía.
En los enfermos, a causa
de toda una serie de actos cometidos y de sentimientos, que nunca antes fueron
capaces de pensar que podrían sucederles a ellos. En los familiares,
dependiendo del tiempo trascurrido desde que tuvieron constancia de los hechos,
hasta el momento del ingreso; un compendio de sensaciones a cada cual más
desagradable: sorpresa, incredulidad, engaño y traición a la confianza depositada
en ello; y cuando se conoce desde hace más tiempo, todas esas sensaciones van
acompañadas de otras tantas peores aún: fracaso, hastío, cansancio, desesperación…
Una vez que se comienza
con el proceso de rehabilitación, lo cual implica seguir correctamente una
serie de medidas preventivas, (no tan solo el simple hecho de ir a las terapias
sin más) y va transcurriendo el tiempo; se empiezan a notar ciertos cambios positivos
en esas malas sensaciones.
Al ir asimilando que lo
que ocurre es a causa de una enfermedad y sus consecuencias y no por un
capricho o vicio, ver que se están tomando las medidas adecuadas y que estas
dan sus primeros frutos; se empieza a percibir una especie de luz al fondo del
camino, un rayo de esperanza que nos renueva las fuerzas para seguir paso a
paso, hacia la meta propuesta: la rehabilitación.
Hasta pronto.
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