Tratado el 19/09/2013.
Poco más puedo exponer en
ésta ocasión, sin tener que repetirme sobre la importancia de la asistencia a
las terapias de grupo, y la atención máxima a lo que en ellas se expone. Pero
como también he dicho ya en varias ocasiones, en ésta enfermedad es preciso ser
muy repetitivos en cuanto a los temas de terapia se refiere.
Aún así, la gente parece
no querer darse cuenta de que la importancia de la asistencia a las terapias es
incuestionable, al igual que la participación en ellas, puesto que no vale de
mucho ir a ellas tan solo a calentar la silla en la que nos sentamos, pero con
el pensamiento y la mente puesta en otra parte o cuestión.
En ocasiones algunos
compañeros no terminan de ver claro, que es en estas reuniones donde mejor y
tal vez únicamente, puedan tratar de recomponer sus vidas y por ende, la de
quienes conviven con ellos.
Por desgracia, ayer tuvimos
un claro ejemplo de ello, un compañero con cerca de tres años en la asociación,
que últimamente va a las reuniones tan solo de vez en cuando y que cuando lo ha
hecho en el último año, no ha aprovechado para ser sincero y valiente (sobre
todo consigo mismo) sin poder aguantar más ha confesado estar jugando esporádicamente
durante todo ese último año, ayer mismo antes de acudir a la terapia incluido.
Por ello no puedo dejar
de preguntarme ¿por qué? Porqué después de tanto tiempo seguimos cometiendo los
mismos errores, una y otra vez. Sí, ya se que ésta es una enfermedad crónica y
recurrente y que por lo tanto la recaída es algo que puede producirse y de
hecho en ocasiones ocurre; pero ¿porqué empecinarnos en darle facilidades
encima? No digo que casi todas las veces, sino que SIEMPRE que se produce
una
recaída o en el momento inmediatamente posterior a esa recaída, alguna o
algunas medidas preventivas se están incumpliendo, a veces desde mucho tiempo antes
de la propia recaída, y eso ocurre por no asistir a las terapias, o hacerlo sin
verdaderas ganas de participar y aprender dichas normas.En éste caso en concreto encuentro a la persona en cuestión, más que capacitada para comprender lo que en las terapias se expone y para participar en ellas, y que en más de una ocasión, a manifestado que un día llegó a darse cuenta de que él solo, no podía salir de ésta enfermedad; pero haciendo buena la frase de que “el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra” volvió a intentarlo nuevamente por si solo, necesitando todo un largo año para darse cuenta de su error, que lastima de tiempo, sufrimiento, autoconfianza, confianza de los demás y dinero, perdidos.
De verdad espero, que al
menos le sirva de lección para el futuro y a la vez a todos nosotros también,
que a fin de cuentas para eso son las terapias de grupo, para aprender unos de
otros, de hay su importancia.
No quiero terminar, sin
decir que las terapias tienen tanto valor para los familiares, como para los
propios enfermos; puesto que sin ellas los familiares se verían perdidos en el
trato con la enfermedad y el enfermo, que aunque parezca lo mismo, no lo es ni
mucho menos.
En ellas el familiar aprende la diferencia entre como ser implacable
con la enfermedad y en cambio poder ser comprensible con el enfermo, que se
pone las pilas y hace todo lo que está en su mano para rehabilitarse.
Hasta pronto.
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