La gente que llega a una asociación
de autoayuda para ludópatas, suele hacerlo de manera desesperada, buscando
encontrar un sinfín de respuestas a otras tantas preguntas ¿Aquí nos podrán
ayudar? De no ser así ¿Qué otra cosa podremos hacer?
Desde mi punto de vista
las asociaciones de este tipo, son el lugar más indicado para aprender que es
realmente la ludopatía, una enfermedad de la que a día de hoy, prácticamente todo
el mundo ha oído hablar; pero que poca gente conoce hasta donde puede llegar ha
afectar, a quienes la padecen y a su entorno más cercano.
Cuando se ingresa en
ellas el pesimismo es el estado de animo más frecuente, agobiados por las
deudas, desmoralizados tras algún que otro intento de dejar el juego, de forma
particular sin resultados positivos, sino más bien al contrario; en algunos
casos repudiados por todos, tras largo tiempo de mentiras y trastadas, en otros
tratando de agotar el último cartucho de esperanza en una posible rehabilitación,…
Un caos total.
En un principio, el objetivo
suele ser dejar de jugar simplemente, pensando que con eso todo está ya
resuelto, pero al poco tiempo de estancia en ellas y según se van aprendiendo más
cosas sobre la enfermedad, los objetivos también van aumentando; ese primer
punto de dejar el juego, se queda muy corto y salta a la vista que una
rehabilitación significa mucho más que solo eso. Se aprende y comprende, que el
hecho de parar de jugar simplemente, no consigue apartar a un ludópata del
juego durante mucho tiempo; eso es así porque el ludópata no solo juega físicamente,
también lo hace mentalmente.
Prácticamente sin casi
darse cuenta, el juego se ha convertido en el centro de su vida, vive por y
para el juego, parece como si no existiese nada más a su alrededor que pueda
atraer su atención por algo más que un corto periodo de tiempo, el resto juego,
juego y más juego, nunca es suficiente; cada vez necesita más.
Por parte de los
familiares, el sentimiento varía en función del tiempo pasado desde que tuvieron
conocimiento del problema.
Si es poco tiempo, porque
aún no se tiene asumido que la ludopatía es una enfermedad, menos aún, que sea
una enfermedad tan seria como es, si a caso una pequeña adicción que en poco tiempo
se “pasa” y ya está.
Si ya se arrastra desde
mucho antes, porque seguramente se han vivido situaciones fuertes en casa y con
la poca información de la que disponían ya han tratado de hacer lo posible a su
manera para conseguir que el jugador no vuelva a las andadas. Perdiendo el
tiempo además de la paciencia, hasta reconocer que es superior a sus posibilidades
haciendo que pidan ayuda externa y especializada.
Ese pesimismo inicial, sobre todo si el enfermo, pero en buena parte también los familiares, cumplen las
medidas preventivas necesarias en estos casos, irá cambiando a medida que se
vayan viendo los primeros resultados positivos, trasformándose poco a poco en
una sensación de optimismo al comprender que sí existe luz al final del túnel;
por supuesto algo así no llegará como caído del cielo sin más ni más, ni tan
siquiera en todas las ocasiones. Tan solo se logrará tras un duro y constante trabajo
de mucho, mucho tiempo.
Echando la vista atrás, a
esos duros años en los que parecía que nunca llegaríamos a ninguna parte, Hoy
puedo decir que por fin soy optimista, que estamos en el buen camino y que si
seguimos así ¡Lo conseguiremos!
Hasta pronto.
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