jueves, 6 de febrero de 2014

Pesimismo y optimismo.






La gente que llega a una asociación de autoayuda para ludópatas, suele hacerlo de manera desesperada, buscando encontrar un sinfín de respuestas a otras tantas preguntas ¿Aquí nos podrán ayudar? De no ser así ¿Qué otra cosa podremos hacer?


Desde mi punto de vista las asociaciones de este tipo, son el lugar más indicado para aprender que es realmente la ludopatía, una enfermedad de la que a día de hoy, prácticamente todo el mundo ha oído hablar; pero que poca gente conoce hasta donde puede llegar ha afectar, a quienes la padecen y a su entorno más cercano.
Cuando se ingresa en ellas el pesimismo es el estado de animo más frecuente, agobiados por las deudas, desmoralizados tras algún que otro intento de dejar el juego, de forma particular sin resultados positivos, sino más bien al contrario; en algunos casos repudiados por todos, tras largo tiempo de mentiras y trastadas, en otros tratando de agotar el último cartucho de esperanza en una posible rehabilitación,… Un caos total.
En un principio, el objetivo suele ser dejar de jugar simplemente, pensando que con eso todo está ya resuelto, pero al poco tiempo de estancia en ellas y según se van aprendiendo más cosas sobre la enfermedad, los objetivos también van aumentando; ese primer punto de dejar el juego, se queda muy corto y salta a la vista que una rehabilitación significa mucho más que solo eso. Se aprende y comprende, que el hecho de parar de jugar simplemente, no consigue apartar a un ludópata del juego durante mucho tiempo; eso es así porque el ludópata no solo juega físicamente, también lo hace mentalmente.
Prácticamente sin casi darse cuenta, el juego se ha convertido en el centro de su vida, vive por y para el juego, parece como si no existiese nada más a su alrededor que pueda atraer su atención por algo más que un corto periodo de tiempo, el resto juego, juego y más juego, nunca es suficiente; cada vez necesita más.

Por parte de los familiares, el sentimiento varía en función del tiempo pasado desde que tuvieron conocimiento del problema.
Si es poco tiempo, porque aún no se tiene asumido que la ludopatía es una enfermedad, menos aún, que sea una enfermedad tan seria como es, si a caso una pequeña adicción que en poco tiempo se “pasa” y ya está.
Si ya se arrastra desde mucho antes, porque seguramente se han vivido situaciones fuertes en casa y con la poca información de la que disponían ya han tratado de hacer lo posible a su manera para conseguir que el jugador no vuelva a las andadas. Perdiendo el tiempo además de la paciencia, hasta reconocer que es superior a sus posibilidades haciendo que pidan ayuda externa y especializada.
Ese pesimismo inicial, sobre todo si el enfermo, pero en buena parte también los familiares, cumplen las medidas preventivas necesarias en estos casos, irá cambiando a medida que se vayan viendo los primeros resultados positivos, trasformándose poco a poco en una sensación de optimismo al comprender que sí existe luz al final del túnel; por supuesto algo así no llegará como caído del cielo sin más ni más, ni tan siquiera en todas las ocasiones. Tan solo se logrará tras un duro y constante trabajo de mucho, mucho tiempo.
Echando la vista atrás, a esos duros años en los que parecía que nunca llegaríamos a ninguna parte, Hoy puedo decir que por fin soy optimista, que estamos en el buen camino y que si seguimos así ¡Lo conseguiremos!

Hasta pronto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario