Ayer en terapia, debido principalmente a las últimas
recaídas, volvimos a tratar de por qué es tan necesario contar absolutamente
todo lo que inquiete al jugador, sobre todo si tiene la más mínima implicación
con el juego. Por supuesto también sería bueno que nos descargásemos de
cualquier otra cosa que pudiese crear tensión en la convivencia, pero como lo
que aquí tenemos y tratamos en común es el juego, haremos especial hincapié en ese
apartado.
A pesar de que se repite de forma machacona una y otra
vez, que una vez detectado el problema que tenemos con el juego, si nos ha
llevado a una asociación, o a estar consultando entre páginas de Internet, es
precisamente porque ya ha pasado de ser un problema y lo que tenemos es una
adicción, o sea algo que es importante tratar cuanto antes y de forma firme y
concisa; buscar atajos y rodeos es dar alas a la adicción, que no hará otra
cosa que avanzar imparable destruyendo todo lo que encuentre a su paso,
empezando por el propio ludópata y su dignidad, relegándole a un guiñapo sin
voluntad ni libertad de decisión, mientras no se ponga en tratamiento.
¿Por qué se sigue cometiendo el mismo error una y otra
vez? Por lo de siempre también, por una mal entendida vergüenza, acompañada de
un buen puñado de cobardía a la hora de la verdad. Algunas veces se dice “tan valientes
que son o somos para unas cosas y lo cobardes para otras” cuando la verdad es
que cometer todos esos atropellos que se realizan generalmente: abusos de
confianza, pequeños hurtos a familiares y amigos, mentiras, trampas… en
realidad no son actos de valentía, sino actuaciones inconscientes, provocadas por
la necesidad imperiosa que sufre el adicto, al impulso generado por su adicción.
¿De verdad queremos dejar de depender de esos impulsos, que nos llevan a cometer esos atropellos? ¿De verdad queremos salir de la
dictadura a la que nos lleva la adicción y ser libres para decidir, actuar y
vivir?
Una vez meditadas profundamente estas preguntas, dependiendo de las
respuestas a las que lleguemos no tenemos más que obrar en consecuencia. Lo
necesario para conseguirlo lo tenemos, tan “solo” tenemos que querer llevarlo a
la práctica y cumplir lo aprendido en las reuniones de grupo, en caso contrario
además de una gran pérdida de tiempo y oportunidades, será también un acto
cruel hacía uno mismo y a quienes nos rodean.
Hasta pronto.
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