domingo, 9 de diciembre de 2012

La integración en la familia.

Este tema suele plantearse en muchas ocasiones, tanto por enfermos, como por los familiares.
Por parte de unos ¡Es que no me entienden! ¿Pero cuando van a empezar a confiar en mí? ¡Lo que quiere es controlar mi vida de principio a fin!
Por parte de los otros ¿Pero no te das cuenta que no debes hacer eso? ¿Cómo quieres que confié en ti si a la más mínima me engañas? ¿Cuándo aprenderás a hacer las cosas por ti mismo?
 Y así una y otra vez, hasta que las dos parte se dan cuenta que no son los demás los que tienen que cambiar en todo, si no que todos tienen algo que cambiar para buscar un punto de encuentro a partir del que empezar una convivencia mas positiva y equilibrada.
El enfermo tiene que darse cuenta que ni puede ni debe exigir nada al familiar salvo tener un trato respetuoso sin continuos reproches a sus acciones del pasado. Normalmente esas exigencias están de más, si cumple las normas o principios de conducta que rijan en la asociación a la que asistan, que suelen ser parecidas de unas a otras. Y en todo caso después de un tiempo prudencial haciendo las cosas bien, se puede dialogar con el familiar pidiendo más autonomía y responsabilidades, siendo consciente que esta se le volverá a retirar de inmediato en cuanto incumpla lo pactado.
El familiar debe comprender que lo hecho anteriormente por el enfermo fue a causa de esa enfermedad y que dejar atrás una adición no es nada fácil y menos si las personas que supuestamente quieren ayudar, no hacen más que recordar continuamente los errores del pasado, sin parase a pensar que eso lo único que consigue es separar las posturas cada vez más.
Eso es lo que hace tan recomendable la asistencia a la asociación por ambas partes, el poder comentar y aprender a la par, poder exponer y aclarar las cosas entre más gente, tener unas referencias de buen comportamiento entre las vivencias del resto de miembros de la asociación, contribuye a que nuestra propia integración en familia sea más fácil y llevadera.
Hasta pronto.

1 comentario:

  1. Está claro que al inicio de la rehabilitación lo que el paciente quiere y lo que quiere la familia muchas veces no es lo mismo, y son incapaces de comunicarse de forma eficaz.
    El Control de Estímulos, es decir, la manipulación de las circunstancias externas en que el paciente va a desenvolverse día a día es un factor muy importante en la rehabilitación, y ayuda a controlar todos aquellos factores que un día estuvieron presentes en su conducta de juego y podrían contribuir directa o indirectamente a desencadenarla de nuevo. Por un lado, las normas de conducta que recibe en forma de decálogo ejercen esa función, la de ayudarle a controlar las circunstancias en que se mueve evitar las influencias que anteriormente han tenido sobre su conducta acontecimientos o estímulos externos. Una parte muy importante - que no depende de él y en muchos casos es crucial- de ese control de estímulos tiene en cuenta el ambiente familiar, por lo cual los familiares reciben también unas normas sobre cómo deben y no deben comportarse con el afectado durante el período de rehabilitación. Les gusten o no, estas normas tienen un fin y es imprescindible que se ajusten a ellas por la buena marcha de la terapia; tiempo habrá más adelante de exponer remordimientos y rencores dolorosos, en momentos en que eso no ponga en peligro la estabilidad del paciente. Siempre es bueno contar con los integrantes del Equipo Técnico para aclarar estas situaciones y confirmar que todo se va haciendo conforme se debe, ya que en ocasiones, a veces inadvertidamente, se corre el riesgo de transformar la supervisión familiar en venganza personal contra el paciente por los sufrimientos padecidos. Generalmente, la expresión de sentimientos y la comunicación sincera suelen solucionar estas dificultades, habilidades ambas que se aprenden a lo largo del proceso de terapia.

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