viernes, 21 de junio de 2013

Separar problemas.


No saber separar los problemas que se nos presentan en la vida puede suponer otro problema en si mismo. Al igual que los problemas que tengamos por ejemplo en el trabajo, (el que tenga hoy en día de eso, jejeje) no es conveniente que los llevemos a casa, haciendo pagar a nuestra familia el mal humor que nos haya podido generar dicho problema, tampoco es conveniente que cualquier problema del tipo que sea, por el mero hecho de tratar con un/a ludópata tenga que tener relación con la ludopatía.
La convivencia con un ludópata en activo o en el principio de su rehabilitación, no es nada fácil. Tanto el familiar como el propio ludópata tienden a enfocar todo tipo de situaciones que se produzcan entre ellos hacia la enfermedad, como si no hubiese posibilidad de que tanto uno como otro pudiesen hacer o pensar más allá de esta. ¿Qué discuten entre ellos…? los dos, aunque visto desde distinto lado echan la culpa a la enfermedad, ¿qué uno se muestra intransigente en algo…? El otro dirá que es por la enfermedad, ¿qué el ludópata lleva unos días retraído…? También se achaca a la enfermedad. La enfermedad pasa a ser como una gran red que lo abarca todo.
En esas ocasiones no nos paramos a pensar que el haber tenido un mal día en el trabajo,
enfadarnos con alguien, o simplemente haber tenido un mal día en general, no tiene porque ser motivo para sacar a relucir ciertas cosas, convirtiéndolas en reproches y arrojándolas como dardos envenenados a todo aquél que se cruce en nuestro camino. Uno de los objetivos de las terapias es enseñar a los asistentes, que sacar los problemas de contexto lo único que hace es magnificarlo; involucrar a terceros o llevarlos de un ámbito a otro los complica hasta tal punto, que posiblemente un pequeño problema, que con algo de interés por nuestra parte fuese solventado sin más inconvenientes, se convierta de pronto en algo infranqueable y motivo de grandes discusiones.

Centrar cada problema en su contexto original e intentar resolverlo por separado de cualquier otro tipo de circunstancia facilita las cosas, pensar que no todo tiene por que ser blanco o negro también. Es más fácil resolver las discrepancias dialogando sobre ellas y tal vez cediendo en parte, que insistir obcecadamente en tratar de imponer por encima de todo nuestro punto de vista.
Se buscar posibles alternativas, valorar las consecuencias de cada una de ellas y tratar de llevar a la práctica las elegidas. Pero lo esencial es hacernos una idea clara de cómo y porque se generó dicho problema, y analizar nuestra propia conducta al respecto, por si existiese algo que pudiésemos cambiar para evitar que vaya a más, o al menos darle una parte de solución.
Hacer caso omiso de ellos, evadirlos u ocultarlos, además de no dejarnos madurar como se espera de personas adultas y responsables, tan solo hará que al igual que una bola de nieve, se vayan haciendo más y más grandes del mismo modo que nuestra personalidad se hará más  y más pequeña, emocionalmente débil e introvertida.
Hasta pronto.

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