lunes, 17 de junio de 2013

Ventajas e inconvenientes desde que dejamos de jugar.






Existe un amplio abanico de posibilidades en cuanto a esta cuestión, ya que dependiendo de las circunstancias de cada caso los distintos puntos de vista varían en gran manera.





Para empezar podríamos hacer dos grupos.
  • Enfermos.
  • Familiares.
Que a su vez también se podrían dividir en distintos grupos, en los cuales el grado de implicación y trabajo, también es diferente dependiendo de cómo y porque hagamos las cosas. No es lo mismo hacerlas convencidos de la necesidad de ello y conociendo a lo que nos enfrentamos, que hacerlo obligados por las circunstancias y con cierta desgana, ya que aunque la intención en este último caso no dejará de ser buena, no llegaremos a poner todo lo posible por nuestra parte para conseguir una buena rehabilitación.
Podría decirse que todas sensaciones son contradictorias dependiendo de si hablamos del enfermo o del familiar y de antes o después de asumir la enfermedad.
Antes de asumir la enfermedad:
  • Enfermo – inconveniente = ¡Pretenden controlar toda mi vida!
  • Enfermo – inconveniente = ¡No puedo hacer  cosas que me gustan!
  • Enfermo – inconveniente = ¡Tengo que asistir a las terapias de grupo!
Después de asumir la enfermedad:
  • Enfermo – ventaja = Como controlan mis cosas, evito tentaciones.
  • Enfermo – ventaja = Al no jugar, mi mente se va despejando poco a poco y gano tranquilidad.
  • Enfermo – ventaja = Asisto asiduamente a las terapias y participo en ellas, adquiriendo conocimientos y fortaleza.

Antes de asumir la enfermedad:
  • Familiar – inconveniente = ¡Tengo que controlar toda su vida!
  • Familiar – inconveniente = ¡Solo quiere hacer las cosas que le gustan!
  • Familiar – inconveniente = ¡Tengo que asistir a las terapias de grupo!
Después de asumir la enfermedad:
  • Familiar – ventaja = Al controlar sus cosas le evito tentaciones.
  • Familiar – ventaja = Al no jugar, su mente se va despejando poco a poco y eso me da tranquilidad.
  • Familiar – ventaja = Asisto asiduamente a las terapias y participo en ellas, adquiriendo conocimientos y fortaleza.
Estos son tan solo unos cuantos ejemplos, por supuesto existen muchísimas más situaciones que se podrían enumerar tanto para enfermos como para familiares. Lo que si queda claro en este pequeño ejemplo es que no es el tiempo en sí lo que causa las distintas sensaciones, sino los hechos realizados en cada momento y la forma de enfrentarnos a ellos.
Hasta pronto.

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