Pues sí compañeros ¡Que le vamos a hacer! Esto es así, es lo
que hay. Uno de los compañeros que recayó durante estas vacaciones, vino a la
terapia de ayer, con el ánimo de decirnos que vendría a esta terapia en particular
y posiblemente a su cita con el psicólogo, pero que después dejaría de seguir
asistiendo a las terapias, porque lo de seguir las normas “no era para él”
(algo que por cierto me sorprende mucho, por la práctica que debería tener en
acatar y seguir normas, dada su profesión).
En fin, espero que recapacite y se dé cuenta que dejar las
terapias, es uno de los mayores errores que puede cometer en su vida debido a
su enfermedad. Enfermedad que sin duda, aún no tiene asimilada y mucho menos
comprendida, por lo tanto y por mucho que se le diga, me temo que no servirá de
nada hasta que sea demasiado tarde, para evitar un terrible batacazo; sí, ese
gran tropiezo en el que algunos acaban por abrir los ojos y comprender por las
malas, que lo que se les avisaba que podría pasar, no era una fantasía, o el deseo
de infundirles un miedo exagerado, sino que tan solo era el deseo de prevenirles
de una pequeña parte de lo que en realidad podría y tal vez por desgracia, ya
se habría convertido su vida cotidiana: el caos, un desastre total, en todos
sus aspectos, personal, familiar, laboral y social.
Lo cierto es que tiene algunas cosas en su contra.
La primera, tal y como no puede ser de otra manera, su
enfermedad o adicción; que le tiene atrapado y no le permite ver y percibir las
cosas como realmente son, y no como a él le gustaría que fuesen.
La segunda, como ya resaltó en la terapia otro compañero, su
juventud; se encuentra en esa fase en la que nos creemos ser capaces de cargar
con el mundo entero, y poder con esa pesada carga por los siglos de los siglos.
Un problema que se les suele presentar mayoritariamente, a quienes todo les ha
venido rodado en la vida y por lo tanto creen que con querer una cosa ya está
todo conseguido. Lo malo es que eso no es así ni mucho menos, si bien es cierto
que querer es poder, no es menos cierto que para lograr lo que se quiere se
tiene que realizar un esfuerzo acorde con ese deseo, en este caso la rehabilitación;
algo que ni es fácil, ni rápido de conseguir y que implica un esfuerzo titánico
por parte de quienes pretenden llevarla a cabo.
La tercera, esa soberbia típica del ludópata, que potencia
en grado sumo, la que podemos tener cualquier persona en general. En este caso
en particular, es como un espeso cóctel, en el que se mezclan todos esos
ingredientes, dejando como producto un brebaje que al igual que en el cuento de
la bella durmiente, adormece los sentidos de quienes los prueban, perdiendo con
su ingesta cualquier atisbo de sensatez. Esperemos que al igual que en dicho
cuento, los efectos de esa “pócima” no sean permanentes y tengan fecha de
caducidad.
No quiero alargarme mucho más en este comentario, pero no me
gustaría pasar por alto el detalle de que al menos este compañero,
ha tratado
de dar la cara ante los demás, contando su versión y punto de vista de los
hechos. Algo que por el contrario no ha hecho ni de lejos, otro compañero que
si bien en la terapia anterior dejo “caer” en el último minuto, para no dar posibilidad
de debate, que él también ha recaído en estas vacaciones. Sin embargo pasó la
terapia de ayer de pies juntillas sin abrir la boca para nada, intentando pasar desapercibido, como si
la cosa no tuviera que ver con él, eso a pesar que su situación podría calificarse
sin ningún tipo de duda, y sin ánimo de justificar para nada el comportamiento
del compañero citado anteriormente, de mucho peor; puesto que dicha recaída y
sobre todo su actitud podría reportarle en breve, serias dificultades con la
ley.
Como siempre y desde luego, esto no deja de ser más que mi
punto de vista; y por supuesto y también como siempre sin tratar de ofender, ni
criticar a nadie tan solo pretendo dar mi opinión al respecto, por si pudiera
servir de ayuda y reflexión a alguien, en un caso igual o parecido.
Hasta pronto.